miércoles, 12 de septiembre de 2007

ROBERTO FERRERO

Córdoba pasada por la historia

Prolífico tanto de palabras como de libros publicados, el historiador Roberto Ferrero –considerado por muchos el mejor de la provincia-, traza una panorama sobre distintos hechos y personajes de la provincia.
Además, asume que su rol científico puede estar acompañado por su posición política y que ningún historiador es ‘objetivo’.

QUÉ SOMOS A LA LUZ DE LA HISTORIA
_De Córdoba se ha dicho de todo: clerical, conservadora, rebelde… Y mi duda es saber si desde los hechos históricos es posible interpretar la esencia de una sociedad.
_Pienso que es posible hacer un trazo grueso sobre la esencia de Córdoba, pero no entrar en detalles. De modo genérico, vos tenés observaciones sobre hechos históricos. Córdoba tiene una naturaleza dual, que ha visto mucha gente. La vio José Ingenieros cuando dijo que acá se juntaba la democracia ecuestre y el interior jerárquico y peronista. También Alfredo Orgaz habló de la bifacialidad de Córdoba: de Córdoba al Oeste es otro país: jerárquico, más hispánico. Y de Córdoba hacia el puerto, la pampa, la llanura, la libertad del gaucho. También Montserrat en un librito que se llamaba ‘Tradición y Modernidad’ y Alfredo Terzaga en artículos de ‘Todo es Historia’ dan esta visión. Y el último fue José María Aricó, que habló de Córdoba como una ciudad de fronteras, Córdoba entre el país litoral y país mediterráneo. Todos han dicho lo mismo: acá se chocan dos países, aquí termina la llanura agraria y empieza el país interior. Ahora se nota menos, pero hasta 1810 era neta la división: en Córdoba al Norte y al Oeste pesaba la sociedad que mantenía más la tradición hispánica, más clerical, más organizada jerárquicamente, donde las clases dominantes eran los terratenientes y los grandes comerciantes. Para el otro lado empezaba un país pastoril, con el gaucho vagando libremente, un país que quería ligarse al mercado mundial, especialmente Inglaterra, para vender sus ganados “y sus mieses” como diría Leopoldo Lugones. Y Córdoba, por ser el lugar de encuentro de estos países, tiene esta bifacilidad. Que da lugar a que sea tan cierto lo que decía Sarmiento –que era una ciudad clerical, conventual, llena de Iglesias y de cruces que se veían desde lejos cuando él venía desde Buenos Aires, como señalaba en el Facundo- y que también sea una ciudad que tiene la tradición del Deán Funes, que trajo de España toda la obra de los enciclopedistas, la reforma de los planes de estudio de la Universidad, la conquista del Cabildo en 1808 por su hermano Ambrosio, que representaba a los liberales contra el sector más tradicionalista de los Díaz y los Allende. También Brigadier Bustos, que instaló el juramento laico para el gobernador, ya en 1820 no se juraba ni por Dios ni por los santos evangelios. Además, estableció la junta popular de escuelas, trajo la imprenta que se habían llevado a Buenos Aires, permitió la impresión de varios periódicos en la misma imprenta –algunos en contra de él-. Es la tradición de la Reforma del 18, del Cordobazo. Esa es una. La otra es la vieja Universidad clerical. Esa tradición es curiosa porque se da incluso en los mismos matrimonios. Los liberales de Córdoba –Juárez Celman, Del Viso, Ambrosio Olmos- tenían esposas muy católicas, estaban casados por iglesia, pero ellos eran liberales en política. Eso hizo que en 1918 los muchachos reformistas fracasaran en la primera elección para elegir Rector. Llevaban como candidato a Enrique Martínez Paz, que era liberal y con él habían comprometido el voto de varios liberales. Y sorpresivamente salió elegido Antonio Nores, del riñón de la oligarquía. ¿Qué había pasado? El Arzobispado, a través de las mujeres, había influenciado en varios liberales que votaron finalmente por Nores. Hasta en esas cositas se ve la bifacialidad.

¿Y cómo ha influido esta bifacialidad, en palabras de Orgaz, en la idiosincrasia del cordobés?
Es difícil que lo veamos hoy como en aquella época. Podemos decir que los sectores populares son irreverentes, no clericales. En cambio, en un sector de las clases altas tradicionales se mantiene aún la militancia católica. Pero no creo que se dé en una misma familia. Aunque por ahí sale algún loco de la aristocracia, un Garzón Maceda, el mismo Deodoro Roca, pero en general hay cierta cohesión. Las clases medias son más modernas, más movedizas, producto de la industrialización y de la democratización del poder, la economía y la cultura gracias a Yrigoyen.

A LA LUZ DE LA REBELIÓN
_¿Cómo influye en este panorama las dos mayores gestas que tuvo Córdoba en el siglo pasado? Me refiero a la Reforma y al Cordobazo. ¿Dejan rastros pasado el tiempo o son eventuales para la identidad cordobesa?
_Yo conozco más de la Reforma. Y la tradición reformista, que era latinoaméricanista, antiimperialista y democrática, queda pervertida en el año ‘30 cuando se vuelve contra Yrigoyen, que la había hecho triunfar. Curiosamente los reformistas se volvieron anti yrigoyenistas. Y lo que los arruinó del todo fue la Segunda Guerra Mundial, donde abandonaron toda perspectiva latinoamericana y en lugar de plantear las disyuntivas de nación o colonia, los tipos quedaron embretados en una disyuntiva que nos era ajena: democracia o fascismo. Acá no era así, esa disyuntiva era falsa, porque la democracia significaba la defensa de los intereses de Estados Unidos e Inglaterra. Y fascistas había, pero no había fascismo. No había inversiones ni del imperialismo alemán ni del imperialismo italiano. En el año 30’ la Reforma abandonó todas sus tradiciones latinoamericanas y reformistas y quedó simplemente una cosa formal, ritual, para festejar el 15 de julio. Pero su contenido poco y nada tenía que ver.

_¿Y para aquel entonces el movimiento reformista seguía encabezado por Deodoro Roca?
_Es curioso, porque el papel de Deodoro Roca fue contradictorio: él encarnó la Reforma y después la vació. Una cosa parecida a la de Stalin: encarnó la revolución y después la contrarrevolución.

_De Stalin algo se sabe, ¿pero lo de Roca en qué contexto se explica?
_Simplemente por el hecho de que la Reforma era un movimiento de las clases medias. Todo esto hay que explicarlo en el curso de las primeras décadas del Siglo 20, con el surgimiento de las clases medias, que surgen en una estructura dominada por una elite conservadora, que si bien hasta 1890 había sido progresiva –porque la Generación del 80’ puso los 4 pilares fundamentales de la Argentina, que son: La capitalización de Buenos Aires, la Conquista del Desierto, la inmigración de masas y la secularización de las instituciones-, después se apoltrona. Y la Argentina del Centenario es una Argentina que se enriquece rápidamente y sobreviene una gran prosperidad en el litoral atlántico, que queda en manos de la oligarquía argentina. Y eso da lugar a una clase media artesanal, pequeño comercio, profesional, hijos de inmigrantes. Todo eso que San Martín llamó con asco el ‘aluvión zoológico’, viene a la Argentina y forma el embrión de la clase media. Y sus hijos son la primera generación argentina de clase media, que no se conforma con esa estructura de piedra de la Argentina oficial, sino que quiere participar política y económicamente. Y a medida que se va enriqueciendo aumenta sus pretensiones. En 1912, el Grito de Alcorta, la gran movilización agraria que logra mejorar las condiciones de la clase media arrendataria, es un paso. Y en 1916, con Yrigoyen, la clase media logra su acceso al poder. Sólo faltaba el acceso a la cultura: eso se logra en 1918. Y la presencia de la clase media pujando para que sus hijos entraran en las universidades se une al hecho de que la Reforma inmediatamente se desparrama por La Plata, Buenos Aires, Santa Fe, Rosario. En todas las universidades prende la Reforma Universitaria. Ahora bien, cuando la Reforma consigue sus objetivos, pierde su empuje. Porque la Reforma tenía dos componentes: uno de reivindicaciones posibles y otro utópico, latinoamericanista. Al concretarse el inmediato, la clase media se hace más conservadora con respecto a los objetivos inmediatos. Y lo latinoamericanista queda como una utopía para los días de celebración. Y la Reforma consigue sus principales objetivos en el 55’ al colaborar con la ‘Revolución Libertadora’, que les da el gobierno tripartito, la autonomía, la extensión, la cátedra por concursos. Ahí llegó al máximo. Tanto que la oposición queda en manos del integralismo. Muchos se dieron cuenta que la Reforma se había hecho conservadora y oficialista. Echaban agua al incendio. El Integralismo tomó sus fuentes mientras la Reforma vació su contenido. Recién en los ‘60 vuelve al origen.

_¿Tendrá que ver con ese mito popular que dice que uno a los 20 es incendiario y a los 60 bombero?
_No. Algunos a los 25 años ya son bomberos, mientras que San Martín, Bolivar, Marx o Lennin murieron pensando lo mismo. Yo no sé si esa será una verdad estadística, pero me parece que es más una auto justificación de los que abandonan sus ideas.

_¿Y alguno de los líderes se mantuvo en su cauce original? ¿Taborda, Orgaz, Bermann?
Ninguno. Hasta cierto punto es rescatable la figura de Saúl Taborda, que tomó otros caminos. Se salvó porque se ligó a gente como Scalabrini Ortiz, Jauretche. Cuando llega a viejo, en el 42’, 43’, se encuentra con Jauretche. En esa época FORJA logró hacerse de la dirección de la FUA, proclamó el neutralismo en Argentina, ni aliados ni nada. En el 39’ se hizo el pacto entre la Rusia Soviética y la Alemania nazi. Y eso da lugar a que los partidos comunistas dejen de hablar tanto contra Hitler y a favor del Imperialismo inglés y se vuelvan neutralistas y apoyan a la gente de FORJA, sobre todo en Buenos Aires y La Plata –acá eran muy pocos, Mario Roberto, legislador sabattinista y alguno más-. Y Taborda engancha con ellos, en cambio los otros son aliadófilos. Deodoro Roca llega a decir que las alas de Inglaterra representan la salvación de la libertad.

AMADEO
_ En esta charla ha nombrado más de una vez a Amadeo Sabattini, otro cordobés destacado. Y sobre todo, neutralista.
_Sí, neutralista, por eso fue llamado fascista por Bermann y por todos los reformistas, excepto Taborda. Los reformistas lo atacaron, pero Taborda no y aceptó un curioso puesto en la Dirección de Turismo, él era filósofo y pedagogo pero estuvo ahí. Y le pregunté a su hijo, Gabriel, y no sabía el porqué. Pero él apoyó a Sabattini y fue uno de los grandes creadores junto con Sobral, Montenegro y otros del Instituto Pedagógico y del Garzón Agulla durante el gobierno de Santiago H. del Castillo. Fue un modelo único en Argentina, el máximo orgullo del radicalismo sabatinista, que era yrigoyenista.

_Y volviendo a Sabattini, ¿cómo se podría caracterizar la época del radicalismo en Córdoba con Sabattini y Del Castillo a la cabeza?
_En dos palabras: progresista y antiimperialista –porque hay muchos antiimperialistas que son de derecha-. Sabattini unía esas dos vertientes muy interesantes, con lo cual él probaba que no siempre lo nacional era antidemocrático ni lo democrático antinacional. Él pudo unir eso: lo democrático, lo progresista con el espíritu nacional y antiimperialista. Defendió las riquezas de la provincia, declaró reserva del Estado las minas de Uranio de la provincia, cuando vino el contraalmirante Galíndez a verlo para que privatizara la energía eléctrica lo echó de su despacho. Era un tipo de muy buenas posiciones, junto a Del Castillo. Pero eran únicos, en todo el resto del país el radicalismo era alvearista. Acá en la ciudad tenía la oposición de Latella Frías, que siempre le ganaba en Capital. Fue un fenómeno interesante el de Sabattini, porque en las épocas en que las clases medias eran aliadófilas se daba una versión del radicalismo yrigoyenista nacionalista en Córdoba. ¿Qué pasaba? Él se apoyaba en la clase media gringa. Eran épocas del auge del fascismo. En la pampa gringa surgieron centros fascistas – San Francisco, Morteros, Villa María-, pero no porque fueras fascistas reaccionarios y te fueran a meter aceite de ricina, sino en el sentido del patriotismo italiano. Mussolini les hablaba de la recreación del Imperio, de la grandeza de Italia. Mussolini tenía una oratoria extraordinaria –igual que Perón, que le copió cuando estuvo allá-. Y Sabattini era de origen italiano y presentaba un panorama anti inglés y anti yanqui y entonces esta gente, por otros motivos, se constituye en su base electoral. Esa es la explicación del fenómeno nacionalista de Sabattini. Duró poco, ya que en el 55’ pierde el control de su propio partido a manos del ala liberal.

_También Sabattini fue criticado por haber sido condecorado por Mussolini.
_Sí, fue condecorado, porque Sabattini y Yadarola colaboraron con sus anillos de oro en la colecta para mandar dinero a Mussolini. Ojo, también hay que tener en cuenta otras cosas: no es lo mismo lo que se conocía de Mussolini y de Hitler en ese momento que lo que se conoció después cuando se abrieron las tumbas colectivas. Y de Mussolini mucho menos, porque es una especie de fascismo atemperado. Imaginate que Benedetto Crocce, que era el jefe del ala liberal, vivió en su casa tranquilamente siendo opositor al régimen. Nunca lo molestaron. Las leyes antisemitas se dictaron recién en 1938 por presión de Hitler y casi nunca se aplicaron. En general, el pueblo católico protegía al judío. Mussolini, en una entrevista que le hacen en el 36’, dice que tiene 17 generales judíos en el Ejército. No hubo cámaras de gas y al final no pasó de echarlos de los puestos públicos.

_Y volviendo a Sabattini, ¿qué quedó de ese sabattinismo en el radicalismo posterior?
_Nada. Sólo quedó Ernesto Aracena, que fue candidato al Tribunal de Cuentas de Mestre(h). Tiene un grupito que se llama Movimiento Yrigoyenista, y el tío de él, en la época de Angeloz, siempre amenazaba con ir a internas. Y entonces Angeloz, para evitar todo el gasto, le decía: “Bueno ‘Caimán’, ¿qué querés ser?”. “Y bueno –respondía él- diputado provincial…”. Y le daba el último lugar de los que podían entrar. Eso es todo lo que queda. La tradición sabattinista murió.

EL PODER Y LOS INTELECTUALES
_En Filosofía y Nación, José Pablo Feinmann dice que el mayor desencuentro del Siglo XIX fue de Alberdi y Rosas, ya que cada uno representaba el complemento del otro. En sus escritos, intuyo un paralelismo con esta idea: que el mayor desencuentro en Córdoba durante el Siglo pasado fue entre el peronismo y los reformistas.
_Claro, es una continuación del divorcio que marca Feinmann. Pero la generación de Alberdi y del Salón de Echeverría se acercó a Rosas y trataron de establecer una especie de despotismo ilustrado, donde Rosas fuera el ejecutor y ellos proporcionaban las ideas de modernización. Pero Rosas les falló, representaba la oligarquía más rancia y dura. Mucho después, Alberdi hizo una monografía sobre la unidad de América Latina y ahí ensalzaba a Rosas por su resistencia al bloqueo –hecho por el cual San Martín le dio el sable-. El divorcio entre la ‘intelligentzia’ y el movimiento popular es muy típico de Argentina y no se da en otros países. En Perú o Bolivia la inteligencia se ha unido a las clases populares, pero acá llevamos esa maldita cruz durante décadas. Los movimientos populares son pobres en intelectualidad. ¿Quién había en el Yrigoyenismo? Borges, que después se arrepintió, Laclau padre. Nadie más.

Más acá en el tiempo, pienso en los hermanos David e Ismael Viñas y su acercamiento al frondicismo, con el que duraron poco.
Sí, pero no se si puede hablar del frondicismo como un ala radical, porque se apartó pronto, se ligó a otra nueva orientación, la de Frigerio – ex PC- , quien proporcionaba una visión del desarrollo argentino que se basaba en la visión soviética de la coexistencia pacífica. Frondizi abandonó el Programa de Avellaneda, un programa antiimperialista que no podría haber aplicado porque estaba cercado por el Ejército gorila del 55’. Se lo confesó a Félix Luna. Cuando éste le preguntó cuál había sido su mayor error, Frondizi dijo que haber ganado las elecciones y haberse hecho cargo del poder en el 58’. No estaban dadas las condiciones para que él pudiera llevar adelante ese proyecto y tomó un atajo a través del proyecto que le proporcionó Frigerio, el desarrollo del país con ayuda de las inversiones imperialistas. Frigerio decía que la coexistencia pacífica había hecho desaparecer el peligro de una guerra atómica y que entonces la Unión Soviética y Estados Unidos iban a competir en el plano económico. Y que Estados Unidos, por temor a que pasara lo mismo que en Egipto, donde la URSS financiaba el desarrollo, por temor a ello, ellos nos iban a ayudar. Y fundaron muchas esperanzas en la Alianza para el Progreso y los créditos oficiales. Es difícil establecerlo como una variente del radicalismo.

_Bien, pero volviendo a la nunca realizada alianza entre la clase dirigente argentina y la clase intelectual y tratando de buscar mayores ejemplos, quizás el último encuentro haya sido entre el alfonsinismo y el grupo de Juan Carlos Portantiero y el famoso discurso de Parque Norte.
_Sí, se alió con Portantiero y Aricó (José María) y les entregó el Conicet y la UBA. Pero más de eso no pasó. Además fue una alianza ‘descafeinada’, porque Alfonsín, después del Juicio a las Juntas, aceptó la dependencia del país tal como estaba, sometido al imperialismo. El no se propuso cambiar las relaciones de fuerza, simplemente las aceptó y estableció una democracia dependiente, semi colonial. El posibilismo. Es difícil juzgar si se podía hacer algo o no. Por ahí uno dice que se capituló, pero habría que ver sino no fueron realistas y las condiciones no daban para otra cosa. Quizás hubiera sido posible mantener las tradiciones a nivel teórico, pero a nivel operativo no sé.

LOS NUEVOS EN LA HISTORIA
_Mucho se ha dicho ya de la fiebre neo revisionista en Argentina. ¿Cuál es su opinión?
_Los neo revisionistas no hacen más que repetir las cosas de Jauretche y Jorge Abelardo Ramos. No han descubierto nada, sólo que tienen más olfato para el mercado. Y nada más. Las cosas que dice Pigna ya han sido dichas.

_¿Y a que se debe el furor social por volverse a la historia? ¿Se explica sólo desde el mercado?
_No, hay un interés genuino de la gente. Y el abordaje que hacen ahora es más sencillo que en las épocas más ideologizadas de Ramos o Scalabrini Ortiz. Es más fácil para la gente. Luis Alberto Romero, que lo encara desde el academicismo, lo ve despreciativamente como ‘revisionismo de mercado’. Yo no lo veo tan mal, hay que ver el efecto positivo: ayuda a la gente a reinteresarse por la historia. Y sino conocés la historia, estás frito. A muchos le han adjudicado esta idea de que el que no conoce la historia está obligado a repetirla. Pero es cierto. Y esta gente, estos neo revisionistas, hacen una obra positiva, más allá que ellos lo materialicen en forma inadecuada. Como esta serie que ha hecho Pigna con Pergolini. Tendría que haber buscado un tipo más serio… no es un interlocutor válido, Pergolini no sabe preguntar y no tiene conocimiento.

_¿Y qué pasa en Córdoba con el neorevisionismo? ¿Aquí también fue todo dicho?
_No, nunca está todo dicho. Siempre se pueden encarar las cosas desde otro punto de vista. Lo que pasa que en Córdoba no hay neorevisionistas, yo soy el único. Por eso cuando quieren alguna cosa novedosa me invitan. Y los demás se dividen en dos ramas: los tradicionalistas –que tienen el discurso de siempre: Belgrano, San Martín, una historia escolar- y por otro lado los posmodernistas, que se caracterizan por investigar un periodo corto. Por ejemplo, están en contra de los ‘grandes discursos’. Están a favor de una historia más corta, cuestión que no sólo se explica como una cuestión ideológica: son financiados por Conicet o Clacso u otra institución. Y se les exige producción. Y así, periódicamente emiten un librito de muy poca utilidad. Por ejemplo: ‘Los liberales de Córdoba de 1873 a 1875’ o ‘La historia del pájaro carpintero en Traslasierras entre 1905 a 1907’. Saben mucho, pero es un corte hecho con dos cuchillos. Y se leen entre ellos, la gente no los lee. Sólo sirven para justificar la beca. Son investigadores, no historiadores. Y no producen para el común de los mortales. Hay que tener una visión, una perspectiva para atrás y para delante. Es mi idea, la de un historiador hecho a poncho.

LA CIENCIA Y LAS POSICIONES
_Una de las cuestiones que más se destacan en los historiadores academicistas, formados con métodos rigurosos de la historia, es esta búsqueda de neutralidad valorativa. Esa idea de pretender ser un observador externo, como si fuera posible. Eso en su caso no pasa.
_En mi caso no pasa. Yo pertenezco a la escuela de Jauretche y Jorge Abelardo Ramos. Esa es la mía. Yo lo digo y los cito. No creo que exista la neutralidad absoluta. Lo que existe es la honradez. No se debe deformar fechas, pero la objetividad desaparece en el momento mismo en que vos seleccionas un hecho. Si vos considerás importante un hecho y otro no, ya hacés una selección. Si vos dedicás, como don Efraín Bischoff, un párrafo así de pequeño a los reformistas del año ‘18 y en cambio otro así de grande al gobierno conservador de Rafael Núñez, vos no sos objetivo, ya has hecho una valoración. U otros autores que suprimen hechos, algo que es muy deshonesto. Vos podés decir: ‘Tal era un h… de p…’, pero no lo podés ningunear y hacerlo desaparecer de la historia. Eso es stalinista.

_Usted integra la Junta de Historia de la Provincia. ¿Cómo es ahí la relación entre los historiadores?
_En la Junta de Historia no hay discusión. Es más bien de orden administrativo. El gobierno pide un informe sobre un escudo para la localidad de Luque y entonces alguien dictamina cómo debe ser: una rueda y una espiga… Alguien lee una comunicación. Pero no hay discusiones sobre líneas históricas. Toda gente muy educada, muy tolerante entre ellos. Cada uno sabe lo que piensa el otro y no hay peleas.

_Por lo tanto, es muy aburrido…
_Sí, es bastante aburrido.

_¿Y por qué sigue?
_Estoy por inercia. Voy poco, dos o tres reuniones al año.

_ ¿Y cuál es la función concreta de la Junta?
_Es un organismo paraestatal, elige sus propios miembros por votación secreta. Y la función es asesorar al gobierno, organizar congresos y después editar grandes tomos. Pero no hay funciones investigativas. Somos 24. Y somos amigos todos. Hay buen trato.

_Una cuestión obvia es la relación inexorable entre los historiadores el pasado. ¿Pero cuál es la vinculación del historiador con el presente? ¿El historiador tiene que esperar que el tiempo pase o puede pararse en el presente?
_Eso depende de la actitud política. Yo siempre he actuado políticamente. Acá organizamos el partido de Jorge Abelardo Ramos. Y hay otros que nos. Bustos Argañaraz, que también está en la Junta, ha sido de la UCD. No es ni mejor ni peor una posición u otra. Pero no es obligatorio dejar pasar los años. Es bueno dejarlos pasar, no desde el punto de vista político, sino por la perspectiva y la documentación. Sino se cae en el periodismo.

RECUADRO
ANIMARSE AL COLORADO
_ Hoy usted debe ser el único intelectual que se anima a citar a Jorge Abelardo Ramos, después de la reconversión de este dirigente de izquierda hacia el menemismo al final de su vida.
_Ha habido una diáspora de la izquierda nacional. Algunos abandonaron la militancia, muchos quedamos en la misma y otros se hicieron menemistas, funcionarios y ahí están… llenando nichos e poder. Y nosotros nos quedamos con el Abelardo hasta el año ‘89. Ya se ha dicho que “lo que la pluma ha escrito no lo borra el hacha”. Ha habido una larga discusión de por qué lo hizo, si fue biológica, si dejó de creer en las masas, que estaba muy viejo y no tenías más fuerzas. Yo creo que fue una mezcla de todas. Hoy da más lástima. Al principio nos indignó, pero con los años veo que el aporte de él fue fundamental.


RECUADRO
ALGUNAS DE SUS OBRAS
Abogado, autodidacta en Historia, Roberto Ferrero lleva más de dos decenas de libros publicados. Estos son algunos de sus títulos.

La mala vida en Córdoba.
Topografía curiosa en Córdoba.
Saúl Taborda (de la Reforma Universitaria a las Revolución Nacional).
El Navarrazo y la caída del gobierno de Obregón Cano.
Breve historia de Córdoba.
Historia crítica del Movimiento estudiantil en Córdoba (1918-1943).
Personajes y cuestiones de la Córdoba latinoamericana.
Leopoldo Lugones en San Francisco.
Historia, nación y cultura.

1 comentario:

raul dijo...

Quién esto escribe es amigo personal del Dr.R.Ferrero, más allá de su posición ideologica, coincidimos en muchas cosas y otras no, pero hay algo en la que todos que lo conocemos debemos coicidir, es una excelente persona y un tipo honesto, sin dobleces. A pesar que hace ya bastante tiempo que no tengo el placer de verlo, siempre lo recuerdo como un amigo. Ojalá que lea este comentario, porque quiera enviarle un gran abrazo.