martes, 24 de febrero de 2009

PAOLA BERNAL

“No soy sólo música”

La hija pródiga que tanto tardo en llegar. Paola Bernal, la voz femenina del folklore de la nueva generación, vive, canta y se arma en su ciudad natal.
Cosquín, Bernal y los nuevos sonidos que no paran de llegar.

Cosquín es una de las tantas ciudades de esta provincia que conservan su alma de pueblo, en todo sentido. Puede ser un infierno, pero las más de las veces se convierte en paraíso. Es un paraíso cuando hay que buscar a Paola Bernal –cantante, artista, mujer de las que miran estrellas en las serranías, dos discos editados, compañera de escenario de los más grandes-. Paola no está en su peña, esa que cantó en paralelo al festival durante todo enero. Está en casa de sus padres, ensayando, un martes por la tarde. ¿Dónde queda la casa? 4 cuadras, izquierda, derecha, bomberos, una placita. ¿Otra referencia? “Preguntá por lo de los Bernal”.
Estábamos llegando, pero había que ver que tan cierto era eso de “preguntá…”. Una joven coscoína pasa en bici, veloz, y le hacemos clavar los frenos para la comprobación empírica del alma de pueblo de Cosquín y del conocimiento que se tiene de su hija pródiga. Lo de los Bernal, allá. Test aprobado.

El galpón de la planta baja de los Bernal baila y canta en pleno barrio coscoíno, mirando de frente a las Sierras Chicas. Y Bernal, Paola, la coscoína que se animó a renovar la sonoridad de la música de tierra adentro “sin perder la esencia”, entona como enseñando, caja en mano y pantalones de tres rayas. La envuelven en el baile del ensayo gauchos de pantalones cortos y pantorrillas de futboleros, que zapatean y presumen chinas gringas. Así es fácil. Al menos parece.

El Canal Encuentro, justo ahora, los filma para un documental. Yo los escribo. Ellos se aman en danzas o guerrean chacarereando, todo de mentirita en lo de los Bernal, con Paola, la coscoína que entona “… país, yo sé tu destino / siempre luchar / luchar…”. Los preparativos para lo que pasará en unos días –el escenario mayor Atahualpa Yupanquí- tiene técnica, tiene voz -¿la mejor?- y tiene un gato que se baila y se canta con la alegría que no nos enseñaron: “…ay hermano / yo quiero estar todo el año / de festival...”.
Así es fácil. Ojala hubiéramos crecido en el folklore de la alegría y no nos pesaría tanto lo que fuimos para ser algo ahora. Lección número uno: en las fiestas de la escuela primaria, poner un gato cantado por Bernal, la coscoína, la joven de 35 años que apadrinaron Ica Novio, el Chango Farias Gómez, Roberto Cantos y tantos otros que supieron ver en su pequeña figura una artista en cuerpo. Y alma.

La tarde cae. Y Cosquín empieza a ser un infierno de luces apagadas y chacareras que no duermen. Allí nos reencontraremos con Bernal, la de los ojos color de la zamba.

LA ARTISTA
Paola llega a su peña seguida por las cámaras del canal estatal que la retrata para un documental. Es la hija pródiga que camina por sus calles como las caminó siempre, ayer y hoy, pero filmada. Su peña, la más amplia en propuestas artísticas de todo el valle, está en pleno centro, allí donde se amontonan las multitudes cada enero de festival. Pero dice que ella no lo busco, “fue lo que sucedió”, aclara, como mostrándose inexpugnable ante el destino. Y cuenta que el galpón en donde la vimos ensayando, la planta baja de la casa paterna, ya había sido, años anteriores, espacio para obras de teatro y música y otras intervenciones artísticas. “Desde los 11 años, cuando empecé a cantar, siempre ha habido bailarines, cantantes, músicos y amigos en casa”, cuenta. Y pese a que el galpón fue pensado como espacio de trabajo, hoy es reducto de labores algo distintas.

_ Te presentas como artista popular, toda una autodefinición. ¿Qué significa ser artista popular?
_ Popular porque desarrollo mi trabajo desde lo folklórico, lo que pertenece al pueblo. Y artista porque el arte se manifiesta todo el tiempo y en toda forma, y no sólo desde la música; hablo del encuentro con las otras artes. La música es un arte, pero no soy sólo música: me interesa la danza, lo visual, lo tengo en cuenta y lo incorporo en mi trabajo, me interesa comunicarme con esos artistas. No sólo hago música. Pero esa es una manera de definirme por un instante, no todos los días es igual. Todo el tiempo, el arte que uno va a haciendo va mutando. Para mí es así.

_ Y esos cambios internos se materializan en tu trabajo.
_ Hay una esencia que permanece, el primer impulso por lo cual uno elige hacer esto todos los días, es como enamorarte todo el tiempo de lo que estás haciendo. Los cambios internos tiene que ver con uno, yo soy lo que hago. Y lo he ido manifestando en distintos proyectos, repertorios, distintas personas y artes. Tengo 35 años, canto desde que tengo 11. Y todo ha ido modificándose, se ha ido abriendo. Se han descentralizado cosas y profundizado otras.

_ ¿Y cómo definís esa esencia inicial?
_ Creo que es el fuego interior que se mantiene, el impulso. No voy por ósmosis, voy decidiendo qué hacer, eligiendo, analizando lo injusto y lo justo. Un camino.

BIEN CRIOLLITA
Paola nació en la ciudad que vive el folklore como ninguna otra. Y desde siempre ella estuvo acostumbrada a eso. Integró la Escuela de Danzas Folklóricas de Cosquín y convivió desde la cuna con ese folklore convencional que espantaría a cualquier púber urbano. Pero para ella, el peso de lo tradicional fue una guía, “fui buscando y me fui encontrando con gente que me produjeron de esta forma. Cuando comencé a cantar cantaba las canciones tradicionales, habías cosas que no me gustaban y otras sí. Recuerdo que me gustaban mucho, cuando era chica, los Hermanos Ábalos, las danzas; y me sigue gustando y me he relacionado con la música del Norte de Santiago del Estero. Y después conocí a Ica Novo y con él pude reconocer otras maneras, otras sonoridades, otros pensamientos. Y todo se fue transformando, el encuentro con los viejos maestros va transformando las cosas. Y eso también te va formando. A lo mejor si me hubiera cruzado con gente más tradicional hubiera hecho otras cosas, pero mi espíritu me llevó hacía ahí. Hay cosas que uno no maneja. Yo no siento que, en ese caso, haya premeditado algo o elegido, todo fue sucediendo…”.

_ Pero no estabas ahí por casualidad…
_ No… y cuando uno va creciendo te das cuenta por qué dijiste que no y que si, esa intuición natural. Y también son ciclos, son cosas que vuelven. Así como yo cantaba esas canciones bien criollitas cuando era chica, ahora en mi último disco volví a eso, y en el medio grabé un disco con sonoridades distintas, y después estuve en un proyecto y un sonido mucho más actual con un DJ, que también es una parte de mi. Yo soy todo eso también. Y también el hecho de involucrarme desde otros lugares, hacer cosas para que se produzcan otras, eso me motiva mucho. La música no es la música por sí sola, sino que está en un contexto social, en donde realmente tengo un fin.

_ Parece anacrónica esa definición, más en una mujer de sólo 35 años.
_ Yo creo que este espacio –se refiere a su peña- hace que la gente se pueda encontrar, se pueda reconocer, que vea el arte de otra manera. El espacio de encuentro y lo que pueda generar en la gente, en los pensamientos. Lo que uno pueda aportar a la búsqueda, un movimiento para que produzca cosas.

_ Entonces, y esta pregunta también parece anacrónica, sentís un compromiso como artista
_ Sí, cada vez más. Sino no tiene sentido hacer arte.

NO ES MIEDO
Su teléfono en la noche que recién empieza no para. Le esquiva a algunos, no a otros. Llaman unos músicos. Músicos de Cosquín que buscan su espacio en la peña de Bernal. Y pese a que la grilla está absolutamente cerrada, ella acepta que maneja el tema “como lo siento. Es bueno que vengan para que ellos puedan recibir, ver lo que está pasando, son jóvenes, son de acá”.

_ ¿Vos tuviste una oportunidad así?
_ Sí, con Ica, que fue el precursor de las peñas acá. Yo tuve la experiencia. Y fue hermoso.

Bernal sabe que lo suyo es buscar caminos y, como gusta repetir, nuevas sonoridades. Por eso, su primer disco “Esperando tu llegada” fue toda una experimentación, donde el folclore llegó a sentir los visos del jazz y la bossa nova, un sonido que conducía a nuevos ámbitos. Pero con “Por el camino”, se segundo trabajo, que cuenta con poco menos de un año, volvió a las fuentes.

_ Leía el otro día a un seguidor tuyo que escribía: “Paola se asustó del efecto que estaba creciendo en su nueva música…”. Y dice que tuviste miedo de seguir con esa nueva sonoridad.
_ (Se ríe) No tiene que ver con el miedo, sino con atreverse a hacer lo más simple sabiendo que se puede ir a dónde quieras. Y lo simple y lo tradicional tienen una fuerza y poder plasmarlo es también lo que quiero ofrecer. Esa esencia es el lugar desde donde puedo encontrarme y mixturar con otras sonoridades. El último disco es muy de mi intimidad: me gusta escuchar a Atahualpa Yupanqui, a León Gieco, me gustan las zambas viejas y lo experimental y lo electrónico. Es desde un lugar muy personal. Y tiene que ver con momentos. Yo no planifico mis discos, suceden, la vida misma me va poniendo cosas. En ese primer disco me sentía que podía con todo, acaba de tener a mi hijo, tenía una felicidad plena, nunca había sentido una cosa tan maravillosa. Hoy es distinto: otras sensaciones, estoy más grande, toqué en un montón de lugares y reconocí otras realidades.

PAOLA MARGARITA
Bernal vivió en Cosquín hasta los 18. Vida de pueblo bailando y cantando en los encuentros de la Escuela. Luego emigró a Córdoba, donde estudió y se animó a algunas cosas. Como por ejemplo, irse a cantar a Venezuela con sólo 20 años: “Me fui con Germán Náger –pianista- a cantar durante un año a un hotel de la Isla Margarita” Así, tangos y boleros por la noche, playa durante el día, “me gustaba lo que cantaba, pero no trabajar de cantante. Era chica, estaba la rebeldía…”. Luego de su vuelta a Córdoba, llegó Buenos Aires por siete años, donde siguió estudiando y formó parte de Los Descendientes, grupo con el que grabó un disco. Y muchas cosas más, lo que vuelve extraña su vuelta al pago. “Volví porque estaba embarazada de Lucas. No es lo mismo un niño en una ciudad que aquí. Era un buen lugar para que naciera. Después regresé a Córdoba un tiempo, también me fui 6 meses a Buenos Aires para estar un tiempo ahí, para hacer la base de operaciones”.

_ ¿Te la bancaste sola con un hijo en Buenos Aires?
_ Y… la verdad que no… Pensaba quedarme un año. Y me volví a la mitad. No tenía sentido estar allá pudiendo manejar la carrera desde acá. Hay teléfono, internet y puedo viajar. A Buenos Aires viajo, estoy, hago lo que tengo que hacer y vuelvo.

A Cosquín, para Bernal, siempre se está volviendo.
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RECUADRO
_ Decías que el folklore te conecta con tu ser cósmico. ¿Qué vendría a ser?
_ La cosmovisión en la que uno está, tener en cuenta que uno vive en un universo, que hay un río, las estrellas, las sierras. Estar en contacto con ese ser más esencial. Poder estar en armonía con mi persona.

RECUADRO
_ ¿Cambió tu relación con Cosquín desde que lograste reconocimiento?
_ Para mi se intensifica, le da más intensidad. Yo represento cosas, siento que soy embajadora de mi ciudad. Pero siempre tuve una relación bastante parecida.

1 comentario:

Natalia Sendra dijo...

Hola Juan, soy Natalia Sendra trabajo con Paola Bernal, me encanto la entrevista.
Nos mantenemos en contacto.
nataliasendra@gmail.com
prensapaobernal@gmail.com
0351-156727046
Besos,
Nati