jueves, 6 de noviembre de 2008

El General y la señorita

Tercera mención en el 30º Certamen Nacional de Cuento de General Cabrera

Molina era negrito, bajito y fiero. Nada que ver con Platero. Pero además de esta descripción lombrosiana, lo que más caracterizaba a Molina excedía sus particularidades físicas. Molina, además de negrito, bajito y fiero, era peronista. Y no sólo era peronista, sino que era el único peronista –negrito, bajito y fiero- en un aula en donde unos 30 gringos clasemedieros con menos de una década de vida hacían honor al presente radical de aquel entonces.

Como si fuera poco, a mediados de los 80’, Molina era todo lo que se dijo y se enorgullecía de serlo. Cuando los mozos reivindicantes de la primavera inexistente le decían callate, que los peronistas son todos negros, él se la bancaba y arremetía. “Yo también soy negro”.Claro, sumaba a eso lo ya nombrado: bajito y fiero, más los excesos de lípidos en cachetes, cadera y culo.

Y más aún. Molina era el único en esa aula que además de todo lo ya dicho, era hijo de un laburante de la calle. Los padres de todos los otros también trabajaban, unos mejor que otros; pero el padre de Molina -que de alguna manera también definía su sentimiento por el movimiento de masas- era verdulero. Y como si fuera poco ya, para esos años en ese pueblo, además de peronista, negro, fiero, gordo, petiso y verdulero –los diminutivos sólo le cabían al hijo, el padre era todo lo mismo que su primogénito, pero en grande-, sus productos no los vendía en un local con mostrador y balanza y una escoba. No. Molina padre andaba por las calles conduciendo un rastrojero, con un altavoz que enumeraba las ofertas correspondientes a lo que la naturaleza había dado de más o a lo que el tiempo estaba pudriendo.

Y así andaban los Molina, padre e hijo, vendiendo sus verduras, mostrando sus panzas y con el pecho en alto mostrando una inscripción bien grande y mal vista por entonces: “Viva Perón, carajo”.

Pero Molina, la historia no permite mentir, era mucho más que eso. O mucho menos. Madre, no tenía. Madrastra sí, más bien inexistente. Hermanos propios no. Hermanastro sí. Y no era un hermanastro convencional, de esos que la vida moderna engancha en cualquier familia. El hermanastro de Molina, además de ser algo parecido a él, era discapacitado. No le faltaba una pierna ni un petardo le había volado un ojo. No. El hermanastro de Molina era medio loquito. Uno lo veía y parecía uno más del montón –del montón peronista-. Pero cuando ponía en funcionamiento la sesera, ahí desbarrancaba.

El hermanastro, medio loquito, no podía ir a un colegio normal. Nadie lo hubiera aceptado. Quizás muchos pensaban que dentro de la normalidad aúlica hubiera querido matar a la señorita de turno con el filo del papel glassé.

Lo cierto y contundente era que Molina le sumaba a sus condiciones ya expresadas, síntesis emblemática del mítico ‘peronista’, un hermano al que le decíamos, desacertadamente en todo aspecto, ‘mongólico’. La concurrencia de éste al colegio para los diferenciales, condenó de por vida a Molina: tu hermano es ‘mongólico’. Y peronista. Algo que todos, creíamos en la ignorancia desvergonzada, eran sinónimos.

Y, como se dijo, su madre no era verdadera madre. Esa madrastra era gordita también y por sobre todo, era verdulera. Pero recuerdo que, quizás por la figura sagrada de la madre en la niñez, los ataques despiadados nunca fueron hacia su matrona postiza, sino más bien interrogantes sobre su madre inexistente. ¿Muerta? ¿Quién la mató? ¿El padre verdulero y peronista, negro y fiero y peludo? –también era peludo- ¿Murió bajo la fuerza incontenible de uno de estos seres amigos de las masas (des) controladas y casi siempre desalineadas?

¿O se fue? ¿Se fue y abandonó a Molina a la suerte de la desdicha eterna? ¿Abandonó a Molina hijo porque le había salido igual que Molina padre: negro, fiero y peronista? ¿Se acababa con esto la hipótesis de que todas las madres ven un ángel en cada hijo? ¿Era Molina - nuestro compañero de aulas, defensor del pueblo en su expresión más deshonrosa- el sujeto que daba por terminado ese imposible social de madres imparciales y neutrales? ¿Ahora nuestras madres, culpa de Molina, nos dirían la verdad?

Adónde estaba la certeza. ¿La vieja se le había ido por ser lo que era el hijo o el padre la había matado por no dejarlo ser como quería ser?

Jamás le preguntamos a Molina, pero sí hablábamos a sus escondidas, sin que él supiese, sobre nuestras diferentes teorías sobre su no madre. Y los relatos sobre esta inexistencia se multiplicaron cuando Molina hizo inocultable su idilio no correspondido con la maestra de 3era grado. La Señorita Liliana era el reemplazo a su imposibilidad alguna de contraer, al menos por contagio, el Complejo de Edipo. Ante la ausencia de quien lo parió y con la presencia de una madrastra más bien indiferente, la docente comenzó a cumplir un rol irremplazable para Molina y él lo comenzó a hacer notar. Pero lejos de imaginarse a esta mujer de nombre Liliana como la madre que jamás tendría, fue más allá y quiso, tácitamente, que esta señora que las lenguas escolares hacían llamar señorita fuese algo así como su otro yo, o al menos el amor en su expresión carnal.

Esta franqueza, ya conocida en Molina cuando defendía sus principios políticos absolutamente adversos por entonces, le jugó un nuevo capítulo en contra. Desde cuándo, Molina, negro y fiero, con el culo como almohadones, peronista de los últimos, de hermanastro mongólico y madre asesinada o escapada del susto, una señorita como Liliana habría de tenerlo en cuenta. El aula entera, todos tan gringos presentables, se lo hacían saber y él, sentado sólo en su banco, con los mocos que le caían invariablemente sin importar la estación o el tiempo, seguía defendiendo sus amores: El General y la señorita.

Encima Molina a duras pena sabía sumar. Le resultaban más fáciles las matemáticas cuando los problemas hablaban de kilos de papa o de zapallos. Pero cuando las cosas iban por el lado de las cucharas o las sillas o los juguetes que desconocía, ahí se le perdía en la estratosfera de su ser el resultado de 2 + 2. Y qué decir de pasar al frente a leer el libro de lectura. Parado fuente al curso con su guardapolvo único en todo el año, pura tierra y manchas de lunes a viernes, rodillas al descubierto hasta en el más crudo julio, peladas del frío y los golpes, mugrientas, sus uñas mal comidas y un ejemplar ajado y amarillo de ‘Horneritos’ en donde estos parecían más cuervos que otra cosa. Ahí, Molina tartamudeaba un poco, le hacía guiños a la señorita Liliana y terminaba confesando, irremediablemente, que no entendía un carajo de la vida de los horneros y sus emociones y cuanto más contara ese libro prestado por una vecina y jamás leído.

Para su suerte, la señorita, morocha que encantaba a Molina y a algunos padres gringos con su jeta generosa, le perdonaba más de una, sabedora de su difícil pasado, su destruido presente y su inexistente futuro. Ella ya intuía que Molina, con apenas 8 ó 9 años, no pasaría de ser algo más que un peón en el campo de alguno de sus amarillos clasemedieros y radicales compañeros.

La futurología de chamanes, brujos y videntes, inverosímiles siempre, habría tenido un trabajo resuelto de antemano con Molina: de sólo verlo, nadie hubiera dudado que el negrito puro mocos y pelos duros como piedra no pintaba para ser más de que lo era ahora. Eso que eres no te permitirá ser lo que añoras, le hubiera dicho algún prócer de esos con la verba florida.

El tiempo, casi como una obviedad, pasó y Molina, obviamente, no cambió. Dónde andará ahora forma parte de los anales del misterio peronista: dónde fue a parar el negrito puro corazón por el General y la señorita.

Pero su presente, sólo por este caso, no importa tanto como su venganza en una mañana de primavera por venir.



Un día Molina se vengó. Y lo hizo muy bien. Tomó represalia contra todos los gringos clase media acomodados y burguesitos de mamá y papá y hermanos gringos y cuerdos y vacaciones y auto y mascotas y juguetes y rojos y blancos. Se vengó. Quizás sin premeditación. Pero logró vencer mediante la fuerza bruta lo que su amor por los muchachos peronistas y la señorita inconveniente no podía en el ruedo del debate maduro.

Una mañana, en la clase de gimnasia, jugando un partido en la cancha de 11, pura arena y piedras, alguien gambeteó con la pelota por la izquierda, como queriendo irse solo y quebrar la valla invicta. Pero Molina, defensor petiso, bajito y fiero, lo enganchó de atrás. A la pelota, Molina, no la tocó, pero al pie del contrincante lo calzó tan justo con su zurda, que cuando el fuleado cayó de jeta al piso ni tiempo tuvo de poner las manos en el suelo y su cabeza quedó rebotando en la cancha, pura arena y piedras, como la pelota que ahora se iba por la línea de cal mal pintada.



Hoy, este tabique desviado que huele el pasado es la venganza más pura que los negros, bajitos y fieros peronistas se puedan haber tomado alguna vez con la soberbia infundada de la gringa burguesía argenta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿FRAUDE EN EL CISPREN?

El jueves 20 de noviembre son las elecciones para renovar autoridades en el Cispren. La actual comisión directiva encabezada por Guido Dreizik, sigue manejando a través de la Junta Electoral los padrones y los plazos electorales, y rechaza de modo sistemático todos los planteos hechos por la Lista Verde, opositora, para transparentar el comicio.

Quieren que votemos con un padrón que no incluye, como establece nuestro estatuto, la fecha de afiliación de cada afiliado. Inventan además la categoría de "afiliados directos" (casi 400 sobre un padrón de 1.200 afiliados) para los trabajadores de prensa que tienen empleos en negro, sin cumplir con la obligación de agruparlos según las empresas donde trabajan. Así, el gremio acepta el empleo en negro y crea una categoría "B" de periodistas y trabajadores a nivel provincial.



Quieren que votemos con un padrón inflado con muertos, doble afiliaciones, que incluye a los patrones de numerosos medios y a centenares de afiliados que hace años que están alejados del gremio y que son usados cada tres años como arma electoral del oficialismo.



Quieren que votemos pese a que la Junta Electoral manejada por el oficialismo se niega a controlar si los afiliados cumplen con los requisitos para poder votar, aun sabiendo que el padrón fue inflado con nuevos afiliados sumados a las apuradas hace pocas semanas sólo con fines electorales.



Quieren negarnos el acceso a un padrón digitalizado, para poder controlar quiénes son realmente los afiliados del Cispren, con el argumento de que no somos parte del gremio. Para los integrantes de la comisión directiva, el gremio son sólo ellos.



Quieren que votemos pese a que la Junta Electoral manejada por el oficialismo aprueba resoluciones contrarias al estatuto, como por ejemplo, anticiparnos el plazo para designar a los fiscales que deberán controlar la elección.



Quieren que votemos mientras los abogados del gremio, que deberían defender el derecho de todos los afiliados, actúan como empleados de la lista oficialista dirigiendo las resoluciones de la Junta Electoral. Las actuales autoridades del gremio quieren que todos los trabajadores de la prensa de Córdoba votemos con un padrón de amigos de la comisión directiva. Los que dejaron de ser sus amigos desaparecieron del padrón, como les ocurrió a afiliados de La Carlota, Laguna Larga, Laboulaye o Marcos Juárez.



Quieren que votemos, en definitiva, con un padrón que no da ninguna garantía de transparencia, y apelando a prácticas propias del peor sindicalismo.



¿Quieren que seamos los invitados de piedra a un fraude electoral?

Anónimo dijo...

Entre a tu sitio de puro azar. Queria expresar el grato momento que pasé leyendo alguno de tus escritos. Soy estudiante de tercer año de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Rosario. Al poner "poder en foucault y arendt" di con tu sitio; justamente, estamos trabajando con un compañero sobre la concepción de poder en dichos autores para una materia en la cual damos Foucault, Arendt, Horkheimer, Adorno, Morin, Ezequiel Martinez Estrada y Beatriz Sarlo. Felicitacónes por el sitio, por los textos que lei y por el compromiso con la ya menospreciada actividad de la escritura y el pensamiento.

Te invito a mi blog cuando quieras pasar: www.leomaniaweb.blogspot.com

Anónimo dijo...

que historieta racista y discriminatoria, el jurado también sería peronista y se vengó dandole premio a semejante bodrio, clasemediero doble apellido sin linaje , con infulas de escritor!!Andá a tocar el bombo a la cancha!
te saluda
Bombita Rodriguez