martes, 14 de abril de 2009

EL INTELECTUAL ORGÁNICO O DON EFRAIN

No debe existir, en nuestra provincia, intelectual más reconocido por la sociedad que el historiador Efraín Bischoff. Personaje que goza de una legitimidad social no acostumbrada en otros hombres de la cultura de la provincia, pareciera que el respeto ganado es a base del desconocimiento de su obra.
La figura del intelectual y la contraposición con la obra de Bischoff, ¿el memorioso?


Córdoba aún guarda entre sus muros coloniales la vieja costumbre del dogma indiscutible e intocable. Pese a que ciertas normas y valores fueron transformados mediante el protagonismo popular –las rebeliones de 1918 y de 1969, por caso-, en realidad, estos hechos parecieran ser sólo excepciones en tierras donde pocos ponen la realidad en tela de juicio, la verdad abierta a la crítica para que desnude la naturaleza de las cosas.
Precisamente, la idea de crítica ha generado rechazos históricamente. En concordancia con el perfil dogmático antes explicado, la noción del concepto ‘crítica’ se ha relacionado más a una actividad destructiva no argumentativa que a la real potencia deconstructiva intelectual de quien critica.

……………………………………………………………………… “Recién el 1 de junio, la ciudad emerge totalmente de su pesadilla”(1).
Interpretación sobre el Cordobazo.
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Por tanto, es válido recuperar a Immanuel Kant y su visión de ‘crítica’ como ‘conocimiento de algo’. Criticar algo es emprender la ardua tarea de conocerlo, la crítica es “algo constitutivo del intelectual –señala el filósofo José Pablo Feinmann- De modo que no puede existir un intelectual que no sea, en su primer movimiento, crítico en el sentido kantiano del concepto” (2), entendiendo que ‘conocer’ y ‘dar a conocer’ es lo opuesto de ‘ocultar’.
De esta manera, se desprende que la figura del intelectual crítico es la figura del intelectual libre, en contraposición al intelectual que integra una estructura estatal o una corporación política, denominado por Antonio Gramsci como intelectual orgánico o funcional. Éste queda, con frecuencia, sujeto a lo que se puede y a lo que no se puede decir. Su posibilidad de conocer, en cuanto crítica, queda erosionada frente a las necesidades de la estructura que lo contiene. El intelectual se transforma, sin más ni menos, en un operador estatal o político partidario, de acuerdo a su situación respecto del poder.

……………………………………………………………………… “Incendios de ómnibus y automóviles, comercios e instituciones bancarias, actos de vandalismo en una amplia zona de la ciudad, el centro y los barrios, robo de negocios, etc. Aquel movimiento se le dio en llamar el ‘Viborazo’”. (3)
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En ese mismo sentido se expresó el intelectual palestino Edward Said en su libro ‘Representaciones del intelectual’ (4), en donde señala que –independientemente de la singularidad artística o científica de sus obras– hay momentos cruciales en la vida de un país donde el intelectual tiene como función fundamental la critica de la sociedad que le ha tocado vivir. El intelectual habrá de realizar la función de quien rehuye confirmar las convenciones al uso y hace preguntas embarazosas, “buscando con ello recuperar la memoria de las personas olvidadas, de los humillados y ofendidos”; a su vez, el intelectual debe ser alguien –prosigue Said- que defiende a toda costa la expresión de su independencia de juicio, y que gracias a la misma se ve capaz de trastornar el orden existente y de cuestionar los estereotipos y los dogmas recibidos “de nuestra educación, de nuestra cultura nacional o de cualquier otra instancia”.

……………………………………………………………………… “Cuando los días de 1973 comenzaron a andar, todo parecía ir cumpliéndose con ferviente deseo de encontrar definitivamente el camino de la tranquilidad y de la unión de los argentinos. Pero, en la expectativa de muchos de los que asistieron a través de la radio y la televisión, y en las informaciones periodísticas, a la toma de posesión del nuevo mandatario nacional, doctor Cámpora, dos figuras foráneas colocaron un extraño e inquietante alerta; el presidente de Chile, doctor Salvador Allende, y el presidente de Cuba, doctor Dorticós. La declarada ideología marxista de ambos pareció desentonar con la promesa formulada por los mandatarios electos, de seguir un estilo de vida cristiano…” (5).
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En tanto, Michel Foucault consideraba que el papel del intelectual no consiste en decir a los demás qué han de hacer. “¿Con qué derecho lo haría? -se pregunta el francés- Acordémonos de todas las profecías, promesas, mandatos imperativos y programas que los intelectuales han podido formular en el curso de los dos últimos siglos cuyos efectos se han visto ahora”.
Además, sostenía que el trabajo de un intelectual no es modular la voluntad política de los otros, sino que es, “por los análisis que lleva a cabo en sus dominios, volver a interrogar las evidencias y los postulados, sacudir los hábitos, las maneras de actuar y de pensar; disipar las familiaridades admitidas, recobrar las medidas de las reglas y de las instituciones y, a partir de esta reproblematización (donde el intelectual desempeña su oficio específico), participar en la formación de una voluntad política (donde ha de desempeñar su papel de ciudadano)”. (6)

……………………………………………………………………… “La grey católica tenía un nuevo Pastor, cuyo carácter apacible pero no exento de firmeza, sirvió bien pronto para suavizar asperezas provocadas por enojosas situaciones ideológicas…”.
En relación al nombramiento de Raúl Francisco Primatesta. (7)

“…la feligresía cordobesa y el pueblo en general recibía con alegría la noticia de haber sido designado Cardenal por la Santa Sede el Arzobispo de Córdoba, Raúl F. Primatesta…” (8).

“Una misa concelebrada por los superiores de las órdenes religiosas que participaron de la conquista y colonización hispana de esta parte del continente –mercedarios, jesuitas, franciscanos y dominicos- con el cardenal Raúl Francisco Primatesta, puso en el corazón de la ciudad su plegaria de amor y paz” (9).
Lectura de los 400 años de Córdoba.
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Hace unos años, le preguntaron el francés Pierre Bourdie si su función como intelectual era adelantarse, a lo que respondió que él, como sociólogo, tenía “más información que la mayoría de la gente” por lo que podía “anticipar cosas que hoy no son visibles”.

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“El 24 de marzo de 1976 las fuerzas armadas asumieron el gobierno de la República. Habíase guardado con impaciencia para no quebrantar el orden institucional. Pero ningún hecho, por más detonante que se presentara, había hecho virar en redondo a los responsables del desencaje durante los últimos años. Entonces asumió el gobierno el teniente general Jorge Rafael Videla, en representación de la Junta Militar, para realizar la anhelada reorganización en todos los órdenes de la existencia nacional. Se afirmó, sobre todo, la guerra contra la subversión, cuyas conexiones internacionales eran evidentes. La dolorosa nomina de víctimas que aquella tradujo, trazó páginas que la Historia nunca hubiera tenido que verse precisada de recoger. Pero la luz del bien y de la unión triunfará sobre la equivocación y el engaño”. (10)
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La semiótica o semiología, ciencia del lenguaje que se encarga de desentramar lo dicho y lo no dicho en los discursos, mucho podría decirnos de todo lo entrecomillado precedente. A través de un análisis semiótico es posible encontrar las huellas o marcas –en palabras del semiólogo Eliseo Verón- que definen, desde el mismo discurso analizado, al sujeto enunciador –perfil, intereses, deseos, ideología y motivaciones de la persona que se expresa-.

Ahora bien, con todo lo escrito por el Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba 2003 –entre otras distinciones- y reproducido aquí, no es necesario ser experto en semiótica. La posición intelectual asumida por Efraín Bischoff en momentos claves de nuestra historia reciente es fuertemente contrastante con la figura del intelectual crítico en el sentido kantiano del término. Asimismo, pocas similitudes tiene con la labor intelectual de cuestionar dogmas o estereotipos, en palabras de Said o sacudir los hábitos y reproblematizar la sociedad, según Foulcaut.
Lejos está, también, del ícono post estructuralista Bourdie cuando éste hablaba del intelectual como aquel que puede anticipar cosas que no son visibles. Y traducido a los modos de interpretación argentina, lo dicho por el francés no dista mucho de aquello señalado por Rodolfo Walsh sobre los intelectuales que no comprenden lo que pasa en su tiempo y en su país, los cuales son “una contradicción andante. Y un intelectual que, comprendiendo, no actúa, tendrá un lugar en la antología del llanto pero no en la historia viva de su tierra”.
Y todo esto, claro está, se enfrenta en forma poderosa a la legitimidad social de la que goza el hombre en cuestión dentro de la sociedad cordobesa, la cual no le ha ‘criticado’ –este término utilizado bajo la acepción kantiana de crítica como conocimiento- ni un ápice de sus palabras y lo ha cobijado inexplicablemente como un hijo pródigo de la Córdoba dogmática y doctoral.

Mientras tanto, el hombre de la Historia cordobesa surca las calles engalanado de la impunidad de la desmemoria. En una ciudad amnésica, quien tiene una sólo visión –distorsionada- de los hechos, es prócer y rey de la narración equívoca del pasado.



(1) Bischoff, Efraín. Historia de Córdoba. Ed. Plus Ultra. 1976. Córdoba. Pag 647.
(2) Feinmann, José Pablo. La Sangre Derramada. Ensayo sobre la violencia política. Ariel. 1998. Buenos Aires. Pag. 291
(3) Bischoff, Efraín. Ob. cit. Pag. 664.
(4) Said, Edward W. Representaciones del intelectual. Barcelona, Paidós, 1996. Traducción de Isidro Arias
(5) Bischoff, Efraín. Ob. cit. Pag. 673.
(6) Foucault , Michel, Estética, ética y hermenéutica. Obras esenciales, Volumen III. Introducción, traducción y edición a cargo de Ángel Gabilondo. Ed. Paidós, Barcelona, 1999, p. 218.
(7) Bischoff, Efraín. Ob. cit. Pag. 623.
(9) Bischoff, Efraín. Ob. cit. Pag. 671.
(9) Bischoff, Efraín. Ob. cit. Pag. 674.
(10) Bischoff, Efraín. Ob. cit. Pag. 675

6 comentarios:

domizzi dijo...

me parece muy aguda -y necesaria- tu disección de Bischof. ah, y sí, 1918 y 1969 no son años q marquen una constante en Córdoba, por el contrario son una excepcion

La Runfla dijo...

Muy bueno. Realmente es un excelente post.

fritzmayer dijo...

te escuché hoy por rnc. la verdad, no entendí tanto fervor - y las consiguientes caídas de estilo. digo, le estás pegando a EUB, no a le goff. me parece que el tipo nunca quiso ser más de lo que es, ni que su imagen en córdoba sea la del Gran Intelectual - sí la del Pintoresco Anecdotista. creo que te dejaste llevar por cierto color provinciano, ese mismo que pone a la leo junto a sarah vaughan. entiendo que el (otro) blanco era cierta sociedad cordobesa, igual me pareció poco afortunada la elección del símbolo.
saludos

Unknown dijo...

muy buen post.. un arduo trabajo detrás.. me gustó
saludos

Adrián Savino dijo...

Muy bueno. Hay que ajustar cuentas con unos cuantos vejetes cordobeses de este tipo.

Anónimo dijo...

PURA ENVIDIA, QUE GANAS CON DESACREDITAR A ALGUIEN QUE LLENÓ UN ESPACIO QUE OTROS DEJARON, QUE NI VOS PODÉS LLENAR CON ESE TONITO DE PROGRE-SOBERBIO.BAJÁ LOS HUMOS, NO TE CREAS QUE POR LEER LAS SOLAPAS DE FOUCAULT TE CONVERTISTE EN SUPERCRITICO INTELECTUAL.VALEN MÁS LAS OBRAS DE ALGUIEN SENCILLO COMO BISCHOF, QUE TU SEUDOINTELECTUALIDAD DE RESENTIDO!
Mariana Bischof