lunes, 10 de mayo de 2010

SANTIAGO CASTELLO Y VICTOR ACHA

A cargo de las parroquias de Villa Belgrano y Poeta Lugones, Santiago Castello y Víctor Acha reflexionan sobre el rol que les toca en las comunidades en donde están.
E insisten: no son las ovejas negras de la Iglesia, sino parte de una pluralidad que, aseguran, no siempre se reconoce.

Dos generaciones. Uno duplica exactamente en edad al otro. Pero en una charla de más de 2 horas sobre la Iglesia, la fe y las cuestiones sociales, no hubo distancias. Tan sólo matices. Y pocas, poquísimas menciones directas de la palabra Dios.
Santiago Castello (36) y Víctor Acha (72) son los curas párrocos de Poeta Lugones y de Villa Belgrano, respectivamente. Uno con una responsabilidad –la gestión de una parroquia- que sabe llegar con más años, otro heredando la historia de Guillermo Mariani en la Cripta, ambos representan claramente a un sector de la Iglesia. Aunque prefieren no encorsetarse bajo ningún rótulo.

TAN JOVENES Y TAN VIEJOS
Santiago llegó a hacerse cargo de la parroquia muy joven, en el verano del infierno de 2002. Tenía 28 años. Según él, por un movimiento de piezas que lo ubicaron justo ahí, pese a que no era, ni es, su máximo deseo. “Me pidieron si me podía hacer cargo, les dije que no. Me pidieron por favor, y acá estamos. Es como si te casaras y al mes te enterás que te vienen trillizos”.

La historia de Víctor es distinta. Se hizo cargo de la Cripta de la 14 cuando Quito Mariani se jubiló, en medio de aquel conflicto con el Vaticano. “Yo a la historia de Mariani no le tengo miedo porque ya estoy viejo para tener miedo. Estaba en Cosquín, en una parroquia chiquita. Y el Obispo me dice un día que venga para acá, y le digo que no, que me quedaba en Cosquín. Pero me dijo que era la única persona que podía venir a esta parroquia. Cuando te charlan así, viene mal… Consulté a unos amigos, me dijeron que tenía que venir. Y Mariani me dijo: yo espero que vengas, ya. Y bueno, demasiadas presiones…” bromea Víctor.

_ Sabía que venía a un espacio cargado.
_ Sí, pero nunca fue un problema para mí. Respeté lo que había, y tengo una manera de ser que me permite manejarme. Y acá no hay nada difícil, lo único difícil sería reemplazar a Mariani, que es lo que yo no quiero. Somos amigos, nos conocemos mucho, compartimos una manera de pensar, de ver las cosas. Él viene acá como a su casa y es muy respetuoso.

_ En tu caso Santiago, más que herencia, eran tus cortos años.
_ Lo pesado fue hacerme cargo muy tempranamente. Yo tengo en claro, desde la época del seminario, que no me interesa ser párroco. No me interesa. Yo quiero ser cura. Los curas siguen siendo interlocutores válidos, acompañan en procesos difíciles para encontrarle sentido a la vida. Eso lo tengo claro. Y para eso no hace falta ser párroco. Escuchar los problemas de la gente, pero en serio.

SIN RÓTULOS APARENTES
Escuda nuestra charla, en la oficina de Víctor, un retrato de Monseñor Angelelli. Es la imagen más palpable que nos mira esta mañana. Es momento de saber si esa figura, o bien, el proyecto que de algún modo encarnó esa figura, es quien los hace confluir en el mismo punto. Acha es claro: “Angelelli y muchos otros. Yo fui amigo de él y en algunas cosas fue un padre para mí, hay un vínculo muy fuerte. Son personas del afecto, no sólo de coincidencias ideológicas. Ahora, tenerlo como un ícono de determinada visión y perspectiva de la Iglesia, está Angelelli, pero también muchos más. Él tiene esa ventaja: que es cordobés, que fue un obispo que pensaba como nosotros pensamos que hay que pensar la iglesia y el mundo”.
En tanto, Santiago reconoce, como mostrará en toda la conversación, cierta “cautela personal”. Lo valora, dice, pero se permite, por sus experiencias familiares, “reconocer el halo de dudas, de sospechas. Hay un filósofo francés que habla de los maestros de la sospecha: Marx, Freud y Nietzche, que dijeron cuidado: la religión es esto y puede terminar en esto, Dios es esto y puede terminar en esto. Para no idolatrar a nadie. No me caso con nadie y dudo de mí mismo. Me trae problemas, pero hay una tendencia a idolatrar tanto que uno dice no, nos son perfectos, son frágiles como yo. El reconocimiento apunta a su persona, a lo que hizo, pero la tendencia a mitologizar una persona, a idolatrarla, no. Lo digo con mucho respeto de Angelelli. Pero es un riesgo. Yo a Angelelli lo valoro, también a Novak, a De Nevares, los aplaudo, sintonizo, creo que así hay que ser, pero no los pongo en un pedestal”.

EL CAMINO, LA VERDAD, ¿TANTO?
Santiago cuenta que la recuperación de la figura de Jesús desde la historia es un hecho positivo. “Así como miramos a Gandhi y a Luther King, la figura de Jesús es recomendable recuperarla en esos términos, como de tantos otros y otras”.

VA_ Si lo congelás, no puede ser vital
SC_ Es un tótem, está ahí, mudo, quieto. Y eso es todo lo contrario a una persona histórica.

Les propongo hacer una pausa. Y les planteo mi duda: ¿No creen que esa visión de la cual están siendo críticos es la visión del discurso oficial de la Iglesia y que eso ha contribuido a la menor cantidad de fieles, y a que haya aún más críticos?. Al menos, les explico, es lo que yo siento ante cada imagen del Jesús crucificado, que no ríe jamás. Nunca un gesto de satisfacción.

VA_ Tal vez eso, y unas cuantas cosas más. La Iglesia oficialmente ha derivado, de la figura de Jesús, dogmas, costumbres, rituales, que conforman un sobreañadido a esta esencia que queremos rescatar: la persona de Jesús con sus perspectivas, con sus propuestas, con sus maneras de vivir. Todo ha quedado enmarcado en una cantidad de elementos que se conformaron como una barrera que impide llegar a Jesús.
SC_ Coincido. Es así, pero también hay que reconocer que va a pasar siempre, hay ciertos matices que prevalecen en la configuración histórica de esa esencia.

_ ¿Por qué decís que es inevitable?

SC_ Porque somos humanos. Yo tengo hermanos casados y uno ateo, y somos todos del mismo vientre. La esencia tiene otro ropaje. Lo cual no quiere decir que no sea el desafío. Y otra cosa: se habla de la Iglesia oficial y la comunidad. Acepto que hay un discurso oficial, pero no adscribo a esa visión que lo contrapone a un discurso alternativo. Me parece que hay que enfatizar más en las pluralidades. Hay un montón de maneras de vivir los ministerios, cada parroquia es un mundo, pone acentos en lo que le parece. En esa distancia entre discursos oficiales y discursos de la periferia, nos perdemos los matices de un sinnúmero de configuraciones.

Víctor se suma y asegura que la dicotomía es falsa. “Yo tengo cierta parte del discurso oficial, pese a que pueda criticarlo. Y la estructura oficial me tiene en cuenta y me busca y me necesita, aunque no le gusten ciertas cosas mías”. Además, para Santiago, esta idea de dos iglesias paralelas dentro de la Iglesia, “no hace justicia a una pluralidad real e histórica: en tiempos de Francisco de Asís, estaba el Papa que era un señor feudal. Porque la configuración histórica es diversa, porque las comunidades y las personas son diversas”.

“Creo –continúa Santiago- que hay un déficit. El común de los bautizados nos quedamos con la catequesis de iniciación. Entonces nos retrotraigamos a esa edad: en la escuela también nos decían que San Martín cruzó los Andes en un caballo blanco. El relato es mítico. Y lo que recuperamos es otra cosa. Y con Jesús pasa lo mismo, pero muchos cristianos y cristianas seguimos con la catequesis de niños, y cuando uno es niño es niño. Yo ya no creo en la historia del caballo blanco. El déficit es una responsabilidad institucional. Hay que ver cómo hacer para que la fe no se quede anclada”.

Mantener la fe de niños, les digo, supone dos cosas: sujetos acríticos o sujetos distanciados porque dejan de creer.

SC_ Sí, van a la facultad con la historia de que Dios creó el mundo en 7 días y en el Famaf le hablan de otra cosa y cree que los versearon. No, quizás, no supieron rescatar lo importante. Y sujetos acríticos sí, pero como sucede en otros órdenes de la vida.

VA_ En todos los órdenes. A veces asombra este déficit de capacidad o de actitud crítica. En el orden político, ahora hay que decisivamente voltear a los Kirchner, no sirven para nada, no tienen nada rescatable, son la perdición del país. ¿Esa es la mirada de una persona adulta, de una sociedad adulta? Me parece que nos falta mucho para ser claramente críticos ante todas las realidades. La misma actitud acrítica que puede haber aquí, es igual de grave cuando la tenemos ante todos los órdenes de la vida. No se puede ser protagonista de un pueblo si sólo se busca subsistir.

NINGUNA OVEJA
Trato de interpretar lo que dicen y hay un primer indicio: no se sienten, como se suele decir, las ovejas negras de la Iglesia, sino que forman parte de la pluralidad de la que hablan. Aún así, les voy a insistir: el retrato que nos mira es el de Angelelli y no el de Ratzinger o el de Bergoglio.
_ Hay pluralidad, y hay diferencias marcadas. ¿O no tan marcadas?

VA: Las personas que vos mencionás han adoptado posturas diferentes. Ahora, yo, hoy, no puedo poner en la hoguera a unos y en el altar a otros. Tengo que ser más amplio, aunque sé que el camino del Papa no es mi camino, pero en definitiva estamos en una búsqueda.

SC_ No podemos seguir pensando en personas. Las personas están en un contexto. Angelelli no estaba aislado. Rescatar una persona tiene que hacer justicia en rescatar a su entorno. Los procesos históricos podrán tener liderazgos, pero no tienen razón de ser sin el entorno. Por otro lado, tu expresión sobre las ovejas negras. Algo que también se utiliza en las familias. Todos tenemos, como se dice en la calle, un muerto en el placard. Si somos ovejas negras, no hacemos justicia a la realidad. La idea de ovejas negras nos elimina como sujetos individuales. Esa que hace que sea distinto de mis hermanos. Cada uno configura su vida como puede. Haría bien que lo incorporemos comos discurso. Somos todos distintos, lo malo sería que fuéramos todos iguales, la cultura ‘uniform’. Yo me resisto a creer que uno no pueda estar en esta institución y en la vida con cara propia.

VA_ En la Iglesia cabe Mariani y caben muchos otros, porque las miradas diferentes, los matices profundos, las opciones distintas, las perspectivas variadas, pueden integrarse en un mismo camino. Yo puedo caminar de la mano con el ateo, con el musulmán, con el judío. Tenemos una igual perspectiva: queremos humanizar la vida y el mundo. Eso no significa que voy a aceptar las posturas que no comparto.

ESOS TEMAS
_ Hay temas ampliamente difundidos, que se mencionan como aquellos que divorcian a la Iglesia de la sociedad. Lugares comunes, tópicos habituales que ya han escuchado: uso de preservativo, homosexuales, celibato. Las prácticas sociales, claramente, van más adelante que las interpretaciones de la Iglesia. ¿Cómo es la convivencia de ustedes con la comunidad frente a estos temas?

VA_ Yo no he tenido dificultad de defender mi postura, que es tan válida como la de la Iglesia. Las prácticas sociales, porque son prácticas, marchan en un ritmo distinto. Se abren camino, justificarlas y pensarlas viene después. La iglesia como institución es una entidad que siempre trabaja sobre los fundamentos de las cosas, y el por qué y el para qué de las prácticas. Pero hay matices: yo digo sí al uso del preservativo. Con la clonación, nos sentemos a pensar. Si bien el discurso oficial habla de eso, hay teólogos, moralistas, pensadores de la Iglesia, que no coinciden con la postura oficial y están en la búsqueda de clarificar. Hace 30 años que hay moralistas que dicen basta con que la masturbación es pecado. Entremos a revisar la regulación de los nacimientos, no sigamos afirmando lo de los métodos naturales. Una cosa es el discurso oficial y otra es la reflexión que el conjunto de la Iglesia tiene sobre las cuestiones.

SC_ También eso convive con las prácticas en las comunidades, con las prácticas pastorales. Acepto que existe lo otro, pero tengo la percepción de que existen los matices en las parroquias, yo no ando preguntando el pedigree de las personas para saber si son divorciados o lo que sea. Hay prácticas pastorales que desde hace mucho tiempo, no sólo desde la teoría, que existen y que también están paradójicamente presentes junto al discurso oficial. Toda institución, desde la familia, busca los fundamentos y las razones, se propone algo de máxima. Y uno ahí se vuelve conservador y ortodoxo. No hago apología de la postura oficial de la Iglesia, estoy diciendo que es comprensible en términos humanos. Hay cosas que hay que revisar, y mientras tanto, la realidad te exige otras cosas. Son cuestiones disputadas.

_ Es claro, pero lo que se percibe es que la Iglesia no pone en discusión nada dentro de sí misma.
VA_ la Iglesia es una institución muy grande, monolítica, fuerte, consolidada, yo creo que tiene grades fallas. Una es estar tan encerrada en el poder y que tiene la tendencia a vincularse con los otros poderes, lo que hace que no tenga la apertura, la simpleza, la espontaneidad que uno quisiera. Tiene que revisar muchas cosas de sus posturas. Habría que ser más transparentes. No se dice oficialmente que estamos analizando. Yo lamento que no se clarifiquen estas cosas.
SC_ Lo que falla es la comunicación. Pero falla en el comunicado oficial. Hace un par de año vino un teológo alemán. Y en una conversación le pregunté qué pensaban allá del tema del celibato y el sacerdocio para las mujeres. Y la respuesta fue: Ya no discutimos más eso. Me quiso decir que no había que discutirlo, había que cambiarlo. Está en la conciencia. Hay que cambiar la disposición normativa.

¿CUÁNTOS HAY?
La tenía pensado para el inicio de la charla, pero quedó para el final. Era un documento inexpugnable. Lo muestro. Es mi libro de la primera –y única- comunión que realicé, hace 20 años. Lo encontré hace poco, reacomodando libros viejos. Lo encontré y lo revisé, buscando algo, sin saber qué. Quizás alguna justificación. Y la encontré.
En las primeras páginas, bajo el imperativo Aprende, el libro se pregunta y se responde:

_ ¿Hay un solo Dios?
_ Sí, hay un solo Dios.

Yo en ese momento tenía 10 años. Y ahora, a poco más de 2 décadas, pienso en el niño intolerante que eso podría –o pudo- generar. ¿Qué pasaba si yo, con 10 años y esa máxima indiscutible, me cruzaba con un judío, un ateo, un musulmán, un panteísta, un heredero de las tradiciones comechingonas o del misticismo incaico?, ¿les negaba abruptamente sus creencias porque hay un solo Dios, y es el mío, señores, mi Dios es el único?

VA_ Esa expresión viene de una definición dogmática que se tradujo en un texto para enseñar catequesis hace 4 siglos. Cuando un texto está ubicado hace 4 siglos, indudablemente está desactualizado. Hace 4 siglos tal vez era muy importante enseñar la catequesis a través de la pregunta y la respuesta. Hoy ya no se sostiene el método. Y el contenido surge ante la simplicidad de la gente de hace 4 siglos, había que enseñarle frases de memoria. Hoy un catecismo que quiere enseñar a un chico acerca de Dios, le va a decir que Dios es padre. El Dios de los aymaras, de los musulmanes y todo el que nombre a Dios nombra al padre. Y no le va a decir que hay un solo Dios. No hay un solo Dios que es el mío y el tuyo no: así pensaba yo cuando era chico, el de los protestantes no era Dios. Hoy el lenguaje es otro y el contenido tiene otra connotación. Conozco al autor de ese libro, y su mentalidad le daba para eso.
SC_ Yo también hice la catequesis con ese librito. Leo esa frase y personalmente me choca, como persona, como creyente, como cura. Cuando vos escuchas esa frase y sabés que hay otra gente que configura su vida desde otro lugar, tan legítimo como el tuyo, te hace pensar en otras figuras. Hoy se puede decir con mucha más facilidad que hace 30 ó 40 años.

_ Después de leer esto, justifique de algún modo el porqué mis hijos no tienen credo definido por sus padres, sino que será tarea de ellos algún día. Nunca hablamos de Dios. Pero el de 6, hace poco tiempo me dijo que su prima le había explicado que si creía en Dios, cuando se cayera de la bici le iba a doler menos. En ese momento le dije que bueno, que si le duele menos, mejor.
SC_ Está bien, genial, pero le diría que tampoco Dios es mago. Andá con cuidado, porque ahí también se puede esconder el Dios mágico. Creo que la fe cristiana y otras confesiones te dan una mirada distinta frente al sufrimiento y frente al padecimiento injusto, pero de ahí a un Dios mágico, no.
VA_ Fijate las diferencias en cada respuesta. Yo le hubiera dicho: decile a tu prima que eso es una boludez. Porque no hay nada que vos hagas en la vida que te lo maneje Dios. La bicicleta la manejás vos, con tu criterio, Dios está fuera de tu bicicleta. Si querés creer en Dios, creele a lo que él dice y a lo que él enseña. Pero nunca busqués que Dios esté metiéndose para manejarte la vida, porque no hace esas cosas.

SC_ Si lo tenés como compañero, si te pegaste un palo, te va a ayudar a ver por qué pasó lo que pasó. Lo experimentás como compañero de camino, pero no maneja tus hilos ni te soluciona mágicamente nada. Y en todo caso, buscaría a los papás de la prima y le diría: loco, dejá de joder, no le digás esa gilada, recuperá lo más legítimo de la fe cristiana, pero no esa mirada.

VA_ Tu hijo tiene que acostumbrase a convivir con visiones como esas, vos tenés que darle a tu hijo una visión más coherente, a tu criterio, de las cosas. Todavía subsiste este misticismo, este magicismo, este intervencionismo de Dios en el lenguaje y en las prácticas de mucha gente. Toda esta cuestión de los curas sanadores, los payasos de las religiones mediáticas, es nefasta. ¿Cómo vas a fomentar que un poco de agua o de aceite en tu casa te van a cambiar la vida? No me interesa si la gente es creyente o no, pero eso es la alienación que hace daño. Nunca vamos a tener gente pensante, gente madura y gente comprometida si están pendientes que Dios intervenga desde afuera. Nadie se puede comprometer porque sería Dios el que la tiene que cambiar desde afuera y por lo tanto la gente cree que somos incapaces de cambiar nada. Cuando predico que hay que comprometerse con la sociedad, con la economía, con la política, es porque desde allí tenemos que cambiar lo que no queremos. “Vamos a pedirle a Dios que el próximo presidente sea mejor”, dicen. ¡¿Qué le vas a pedir a Dios?! ¿Qué tiene que ver Dios con eso? Todas esas cosas alienan.

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