jueves, 14 de junio de 2007

CRIST

Un poco poeta, un poco loco…

Uno lo de los clásicos nacionales del humor gráfico, Crist habló de las nuevas generaciones de dibujantes, de su proceso de creación y, sin quererlo, tuvo que volver a Hortensia y a ese pasado glorioso.

A pesar de ser santafesino, la mayor parte de su vida la desarrolló en Córdoba. Y a pesar de sentirse cordobés, no trabaja para ningún medio de la provincia. Crist sigue siendo el dibujante estrella de las contratapas del diario de mayor tirada de Argentina. Pero eso no lo hizo cambiar mucho.
Con residencia permanente apenas se sube la cuesta de la Castro Barros, asegura que la ruidosa avenida no le molesta para trabajar, “y a veces trabajo de noche, no pasa nada. A la noche te concentrás más. Pero en este oficio tenés que estar pendiente todo el día. Yo no sé cuándo se me van a ocurrir las cosas. No tengo horario” señala.

• ¿Es muy disperso el proceso de creación? No es que te levantás a las 8 de la mañana y trabajas hasta las 4 de la tarde.
• No, ese es Fontanarrosa únicamente. Ese tipo es admirable, tiene una disciplina de trabajo muy particular. Yo no, ese tipo de cosas no me impongo. Yo sé que tiene que salir todos los días en el diario. Pero sólo eso sé. Si tengo adelantado uno o dos, mejor. Pero siempre tengo que pensar en temas muy actuales… Y encima a veces con el diario no compartimos el punto de vista.
• ¿Pasa muy seguido?
• Últimamente me pasa, porque yo quiero opinar y ellos quieren que haga cosas más festivas. Pero ya no me caliento. Hay temas que yo quiero trabajar, pero el diario no quiere. Total después lo publico en otro lado o lo mando a los concursos. Además, al público de Clarín le gustan los chistes más explicados, y a mí me gusta el humor sin palabras.
• Más difícil de entender.
• Más difícil para el autor acertar. Si lo hiciste bien, cualquier público lo entiende.

HACIA LA DOCTA
• ¿Cuándo y por qué viniste a Córdoba?
• (piensa un rato) Había dinosaurios… Vine a hacer dibujos animados para la televisión, para una agencia. Tenía 18 años. Me gustaba y consideré que era una aventura válida, me desteté y aprendí mi carrera solo, que eso fue lo lindo. Independizarme. Me fue bien, tuve suerte y encontré buena gente. De vez en cuando vuelvo.
• De algún modo te sentís cordobés entonces.
• Donde yo más crecí como dibujante fue acá, por lo que aprecio mucho a Córdoba. Por más que en los primeros 18 años vas haciendo el molde, acá conocí, vi plasmadas las fantasías que uno tiene del arte. En Santa Fe era un pibe de barrio, iba muy poco al centro, me la pasaba jugando al fútbol en el potrero. Todo eso fue Santa Fe. Pero Córdoba fue conocer a los artistas en vivo, a los pintores. Además, es distinta la personalidad de los cordobeses al lado de los santafesinos, acá son más simpáticos, locales. Para mí era un asombro. Yo estaba solo y tenía mi vida libre para elegir. Si bien extrañaba mucho, fue una experiencia bárbara. Como diría Hemingway (Ernest), ‘París era una fiesta’. Córdoba era una fiesta.
• ¿Córdoba era una fiesta?
• Sí, la época del folklore, ponías la radio y la escuchabas a la Pepona Sbelsi cantando (y entona) “reclina niña tu frente…” Para mi era un descubrir todo.
• ¿Pero era una situación particular tuya o de Córdoba?
• Las dos se juntan. No podemos quitar ninguna de las partes, porque seria traicionarlas. A esa edad estaba sediento de saber muchas cosas y abierto a muchísimas experiencias. La gente que encontré eran tipos jóvenes, con los cuales compartí muchas cosas. Muchos estudiantes, yo estaba en la edad también de estudiante por más que no lo fuera. Y lo que aprendí en Santa Fé es que uno debía seguir aprendiendo.

Y VINO LA PC
“La computadora fue un reto –señala Crist- No sabía nada y mis hijas me enseñaron los primeros palotes. Y ahora ando con la notebook para todos lados”, cuenta, a sabiendas que los de su generación no se llevan tan bien con la tecnología, “no son como esos tipos que agarran el teclado y parecen Tarrago Ros”.

• ¿Y pudiste incorporar la computadora como herramienta para el proceso de creación?
• Dibujo como siempre, con lápices, pinceles. Pero si tuviera que hacerlo, tampoco me asustaría. Después me canso, como me he cansado con técnicas que he creado yo. Pero lo que hay que saber es dibujar. Vos podes inventar una técnica, muchas pavadas, pero lo esencial es saber dibujar. Y la computadora es un aditamento.
• Walter Benjamín –intelectual alemán- decía que a las obras de artes, la tecnología le quitaba el ‘aura’.
• No soy tan obsesivo. No creo tampoco que mis obras sean únicas. Nuestro trabajo es utilitario, partamos de ahí. Desde el momento en el que sale en un medio, está adaptado para la publicación. No es para una galería de arte. Si después se descubre que tiene calidad para eso, son 10 mangos aparte. Para un gráfico, el original es la obra publicada, es el del diario.
• Ahí se concreta el círculo.
• Porque eso es lo que está viendo el espectador. El proceso se completa ahí. En un pintor cuando va a la galería de arte. Acá, cuando se compra el diario.

LA PAPA ESTÁ ACÁ
• ¿Te molesta hablar de Hortensia?
• Sí, lo he hablado tantas veces. Pero yo no puedo cambiar el pasado. Y decir siempre lo mismo... Fue una gran etapa, nos divertimos muchísimo, pero ya está, se terminó. En Hortensia no había computadora, fue bárbaro. Fue una etapa más.
• ¿Sería difícil imaginarse hoy una publicación del tipo?
• Hortensia fue única, irrepetible por sus características. Aparte ya no está Alberto Cognini, que era la mente, el tipo al que se le ocurrió. Entre varios milagros, el principal fue que Alberto logró reunir a un equipo excepcional, con mucho talento, que después brillaron individualmente. Hortensia fue una catapulta, fue la vidriera. Qué más querés para una revista. Pero después hay que seguir.
• ¿Y cómo hacer para que las nuevas generaciones tengan un espacio de la llegada de Hortensia?
• ¿Pero vos te crees que nosotros lo teníamos resuelto? Ese es el planteo que hay que hacer. No existía nada. No encontramos todo sembrado y por eso pudimos ser lo que somos. No. Esa es la equivocación. Tienen la obligación de hacerlo de nuevo. Nosotros hicimos eso porque no teníamos la posibilidad de hacer otra cosa. Las revistas que estaban impuestas no nos correspondían. Gente, Rico Tipo, Tía Vicenta, no eran para nosotros. Y la nueva generación de dibujantes hicimos por necesidad las cosas. ¡Y hubo los huevos para hacerlo!. Y ahí es cuando se encuentra un nuevo camino. Si nosotros seguíamos mirando lo que hacía Divito, Dante Quinterno… los adorábamos a esos tipos, pero hicimos cosas totalmente diferentes. Cuando uno tiene la necesidad, uno va resolviendo y armando un estilo. Salió Hortensia, salió Satiricón. (se pone enérgico) Los chicos de ahora tendrán que hacer otra cosa. Y si no es una revista el soporte, tendrá que ser otra cosa. Yo estoy esperando para ver qué es.
• Dijiste: ‘tuimos los h…’
• (Interrumpe, más enérgico que antes) pero también tienen que tenerlos ahora, porque muchos dicen: ‘No nos dan la oportunidad’, ‘no sabemos a quien recurrir’, ‘no tenemos dinero’. Y las condiciones nuestras eran exactamente iguales, ¿te crees que nuestro país ha cambiado tanto? ¡no ha cambiado un carajo! No es que a los jóvenes antes se los trataba bárbaro, ¡no!, si mataron una generación. Mirá qué fácil que la teníamos. No. No. No. Siempre fue difícil. Problemas de clase siempre ha habido. Y siempre el mito de Buenos Aires. Y Hortensia sirvió para demostrar que el talento no tiene geografía ni edad. Y ahora, ni sexo. Puede salir de cualquier parte del país, lo pueden hacer los jóvenes y también las mujeres, que han demostrado que el talento está en todas partes.

PUBLICAR EN CÓRDOBA
Pese a su renombre nacional e internacional y a vivir en esta ciudad, Crist no publica en Córdoba. Dice que a veces piensa que a los pocos medios de esta provincia no le interesan sus trabajos y que “las propuestas que me hacen acá… no sé, me han llamado, pero la oferta que me hicieron… yo tengo aspiraciones, al menos, de un profesional, ni siquiera de un artista. Y en una de esas, el humor que yo hago no les interesa”.

• ¿No te hace sentir un extraño en Córdoba el hecho de ser santafesino y trabajar para Buenos Aires?
• No es raro en un país como el nuestro. Encontrar un lugar para vivir es muy bueno. Mi relación con el medio es más bien distante. Pero no hay casualidades, no hay hechos casuales, a lo mejor yo busqué que fuera así, sin querer. Buenos Aires me molestaba como ciudad grande, preferí Córdoba. Con Hortensia sí estaba totalmente integrado. Ahí sí, Córdoba era todo, porque Hortensia era Córdoba. Mi relación con el medio ahora es ‘acepcia total’ Y con Internet más aún.
• ¿Añorás aquel método de Hortensia?
• Era simpático. Ahora mis soluciones están en el taller, en la mesa de dibujo. Y ahí encuentro las respuestas. Soy un dibujante, por eso las soluciones las encuentro ahí.
• Decís que sos un dibujante, pero si hubiera que definirte también se podría decir que sos un pensador, un artista y también un humorista.
• Son aditamentos. Como humorista no soy un profesional del chiste, ni soy un autor. El humor es una actitud de vida para reírte de las cosas que decís. Eso te da el humor. Y esa capacidad es sanísima, es buenísima, sino uno se cree lo que dice, se enamora de lo que dice, ‘qué bárbaro que soy’. Si meto la pata, corrijo, o me cago de risa. Si la vida me da la oportunidad, prefiero cagarme de risa.

AQUELLA CÓRDOBA
“La Córdoba que yo conocí era divertida. Y se podía, dentro de todo, vivir bien. Vivíamos en los bares. Ya no voy más, no tengo el hígado de antes y los años… Antes dibujaba en cualquier parte, ahora no. Necesito un ámbito” dice Crist.

• Dijiste ‘Córdoba era una fiesta’ y ‘Córdoba era divertida?, ¿hoy tu Córdoba no es ni una fiesta ni divertida?
• No es la misma. Eso te quiero decir. No me hagas decir cosas que no quiero decir (risas). Y he explicado por qué: porque pasa el tiempo. Aparte es lógico que lo que los 20 años te divierte, a los 50 te parece una pelotudez. Es un cambio natural. Hasta las piedras cambian
• ¿Y esos cambios como influyeron en tu obra?
• No sé, creo que las autodefiniciones casi siempre son equivocadas, pretenciosas. Y no sé si soy el más certero para juzgar lo que hago. Si vos te animás, hacelo y escribilo. Mi capacidad de autocrítica es tan basta y precisa. Busco cómo hacer que mis dibujos, con la menor cantidad de elementos, puedan decir más. Si se puede decir con trazo, ya está… Para mi sería extraordinario ese camino, cada vez menos palabras, menos frases y decir lo mismo. O más.
• ¿Y qué se logra con esa economía del lenguaje?
• La síntesis, nada más ni nada menos. Como si comprendieras que todo lo anterior fue una preparación, necesaria, que fuera por etapas. Para qué tanto trabajo, para qué tanto esfuerzo sin con menos digo más. No es que el mayor trabajo sea más expresivo. Hay que ganar en contundencia del mensaje. Me parece. No es que cada frase mía sea una sentencia. No soy Martín Fierro.
• Cambiando de tema, decías en una entrevista que “para hacer una carrera tenés que dedicarle una vida. Lo que yo hago es para darme el gusto”.
• (piensa) Me refería a los pintores. Es cierto. A veces, uno no tiene que hacer como yo, mirar un poquito cada aspecto, sino que hay que profundizar más. Y eso te lleva una vida: ser grabador, ser pintor. Y yo soy como un turista, porque tengo otra intención. Yo lo que hago es aprovechar cada expresión. Si tengo un grabado lo aprovecho, aprovecho los elementos y juego con ellos. Pero no soy un grabador. Tiene que ver con las inquietudes de cada uno. Un tipo, para sacar una buena foto, tiene que saber cómo funciona la cámara. Y hay gente que no sabe cómo funciona la máquina. O un corredor de Fórmula 1 tiene que saber más que el mecánico para hacerlo rendir al máximo, que el auto sea como una extensión de él, si él sabe cómo funciona, va a ser casi perfecto. Pero es un ideal. Si yo hago una técnica me gusta saber la técnica, como una explicación ‘ad hoc’, un agregado. No hice una carrera plástica, porque en el fondo he creído que lo mío pasaba más por esto, y que yo quería darme el gusto aprendiéndolo con una actitud de un estudiante o de un tipo inquieto que quiere saber. Pero no sé si soy un artista. Hay gente que se dedica toda la vida. En esta tarea hay que saber de muchas cosas. A lo mejor no transformarse en un escritor como el Negro (Fontanarrosa) pero sí aprender a escribir el globito; aprender a leer. Schulz (Charles), el dibujante de Charly Brown, decía que el humorista gráfico tiene que ser un poco periodista, un poco escritor, un poco pintor, un poco fotógrafo, un poco poeta y un poeta loco. Animarse a esto y pretender vivir de esto ya es una locura, no es un rasgo de cordura. Y el Negro dice que el 5% es de transpiración y el 95% de información, porque para que salga en el diario tenés que estar enterado de muchas cosas; y a su vez a uno le tiene que salir inmediatamente. Uno no puede salir a buscar la enciclopedia. Tiene que salir automáticamente.
• ¿Y cómo es tu trabajo con la información?
• Leo algunas cosas, otras escuchos, leo mucho en Internet. Solda es un dibujante brasileño, que durante el Mundial hizo un dibujo relacionando una escena de ‘2001 Odisea del Espacio’ y un problema que había tenido Pariera (técnico de la selección brasilera) y Solda lo define así: hay dos circunstancias que uno está manejando, la información, que tiene que ver con Parreira. Y después, la otra situación que tiene que ver con el cine. Y el chiste se da cuando se superponen las dos cosas. Y es complicado. Él lo titula a eso: ‘administración de coincidencias’. Administras las coincidencias.
• Y en ese ejemplo que das, se administra actualidad y cine.
• Sí, porque en esta cultura ya no se recurre a las obras clásicas de la literatura, sino a los clásicos del cine, porque nuestra cultura es más visual. Vos podés citar con una seriedad tremenda, como antes se citaba el Ulises de Joyce, a Casablanca y una escena de Humphrey Bogart. Tenemos más información visual. Si hay un asalto en un bar, eso te hace acordar a Tiempos Violentos, de Tarantino. Todo el mundo lo sabe, y si no la vieron a la película han tenido noticias. O Los Simpson, son clásicos de la época. También se ha incorporado el lenguaje técnico. Por más que no hayas usado nunca el MP3, uno ya lo tiene incorporado.
• ¿Y la calle, cómo influencia en la administración de coincidencias?
• Muchas veces se da porque la respuesta la sigue teniendo la gente al fabricar el lenguaje. Lo más lindo es el lenguaje vivo. Saber lo que habla la gente en la calle, pero fundamentalmente cómo habla la gente, que es lo que despierta más interés. Tenés que ser muy animal para no darte cuenta de eso. Aunque ahora, si te fijas, hay una realidad paralela, que son los reportajes en los noticieros. A la gente se le pregunta y son muy pocos los que utilizan el lenguaje coloquial que usan todos los días en su vecindario, sino que es como que se acomodara para hablar en televisión. Y ahí es cuando meten más la pata.
• Es decir que la materia prima no se va acabar.
• Nunca, jamás. Ahora, lo que sí, pensar en revivir Hortensia, esa no es ninguna novedad. La novedad es la que traigan los jóvenes. La que sea. En televisión, donde sea. No sé si una revista sería un éxito, todo depende de la época. En el caso de Hortensia, cuando comenzó a salir, las revistas ya buscaban ser más sofisticadas, estaban mejor impresas, había diagramación europea. Sin embargo, Alberto, con mucha astucia, sale con una revista de entrecasa. Nosotros decíamos que no, y él tenía razón, pese a la característica de antigua. El que sabía la cosa era Alberto, él sabía qué quería con la revista. Y ahí te das cuenta quiénes la tenían más clara: el Negro Ortiz, Peyró…

RECUADRO
EL AMIGO NEGRO
• El Doctorado Honoris Causa para Fontanarrosa, ¿fue una reivindicación al género?
• No sé, creo que el reconocimiento ha sido para el escritor. Y él dice todo el tiempo que es cada vez menos dibujante, que es un dibujante correcto, nada más. ¡Son mentiras! Pero dadas las circunstancias por las que está pasando, es evidente por qué lo dice, pero siempre ha sido muy buen dibujante. Siempre fue un tipo muy personal, ése no le debe nada a nadie. Todos miramos las mismas cosas, hasta Castagnino o Carlos Alonso, pero Fontanarrosa es muy personal, no se le notan las herencias. Creo que el Doctorado fue más por su actividad de escritor. El Negro ha logrado una cosa que los otros no hemos logrado, evidentemente. El Negro tiene una gran sensibilidad popular -le gusta mucho el fútbol- y ha plasmado todo eso. Además, lo asombroso de él es su gran capacidad de trabajo. El no se conformó con hacer Inodoro Pereyra o Boogie el Aceitoso, con los que cualquiera se hubiera sentido totalmente satisfecho. Aparte se puso a escribir y lo fue mejorando. Y con esa sensibilidad -que se ve que en los escritores populares no abunda, porque sino estaría adaptado para el teatro Abelardo Castillo, Jorge Asís, Sasturain… (piensa y ríe) Bucay, - Sin embargo no, adaptan al Negro, su lenguaje es perfecto, refleja a la calle. La reivindicación o el premio es a eso, a su consecuencia. Él nunca dijo que era un escritor intelectual, incluso lo niega. Pero me parece que es tan inteligente o intelectual como los otros, sólo que elige otro camino. ¡Es un vivo, es muy astuto!, otra muestra más de inteligencia. Y siempre sigue fiel, coherente a su forma de pensar. Y ahí está el reconocimiento, a su habilidad pero también a su gran inteligencia. Ninguno se destaca como este animal.

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