jueves, 14 de junio de 2007

ENRIQUE LACOLLA

“Hay que receptar y resistir”

Más cómodo en el rol de escritor que en el de periodista, Enrique Lacolla es un referente intelectual a la hora de repensar la realidad en el contexto político e ideológico de América Latina y el mundo, desde Córdoba.


ATRAVESADOS POR EL ARTE
• Usted hace hincapié en esa subcultura moderna que atraviesa todos los medios de comunicación y lo entiende como un poder concentrado que busca que ‘nada cambie’. ¿Cómo se revierte eso?
• Yo tengo que contestar con franqueza: no sé. Yo diría que las instancias idóneas para trabajar son proponiéndose una reflexión crítica. Yo tengo la suerte de trabajar en un medio masivo de comunicación, pero de cualquier manera trato de acceder a la realidad desde una perspectiva que trata de distanciarse en la medida de lo posible, de los puntos de vista ortodoxos sobre la realidad. Eso es lo que compete hacer, cada cual en su punto específico. Y como todos los ámbitos estás traspasados por la no-ideología de lo ‘políticamente correcto’, siempre hay opciones para una mirada crítica a fin de develar el revés de la trama.
• ¿Se siente un solitario en esa función, al menos desde su ámbito específico?
• Creo que algo de eso hay, en el sentido de que mucha gente no tiene acceso a los medios y muchos otros no tienen la claridad suficiente para discriminar en argumentos y palabras la incomodidad que los traspasa. En ese sentido yo me siento muy satisfecho de poder salvarme a mí mismo y quizás rendir un servicio útil a la gente que practica el mismo tipo de discurso que tengo yo.
• Según usted, lo que sucedería a partir de 1914 en el mundo se va presagiando en diferentes movimientos artísticos. ¿Hoy se puede advertir algún tipo de movimiento artístico que pueda estar manifestando un signo de cambio?
• No. Hay, en todo caso, un testimonio paroxístico –y en buena medida inconsciente- del desorden que nos acogota y premonitorio de los desastres que pueden llegar a venir. Pero no hay una actitud militante como se percibía en el expresionismo o en el futurismo, dos movimientos de vanguardia muy vinculados al quehacer político. Hoy no hay nada que se aproxime a eso, como tampoco un movimiento político que trate de recoger la antorcha de los movimientos que en el pasado intentaron promover un cambio drástico de las relaciones sociales en el mundo moderno.
• En ese caso, estoy pensando en el nuevo cine argentino, cuya función explícita es hacer un cine ‘desmoralejado’.
• Yo lo que he visto del nuevo cine argentino me ha gustado: Pizza, Birra y Faso, Historias Mínimas, Luna de Avellaneda. He visto cosas muy valiosas, muy sensibles, muy humanas. Pero el título de ‘Historias mínimas’ recoge el espíritu del movimiento, una suerte de disgregación de la visión, de una aproximación casi microscópica al mundo que nos rodea, que de alguna manera tiene un perfil humano y que establece un clima anímico, pero que también -pasado cierto límite- se puede volver en algo estéril o esterilizante. Es necesario proveer un discurso crítico, una perspectiva analítica de las reglas del juego.
• No es fácil no ser escéptico frente a todo esto, más aún teniendo en cuenta el pasado reciente de Argentina. Desde su perspectiva, cómo analiza lo que se genera a partir de diciembre de 2001 y la asunción de Kirchner en 2003, ¿qué considera positivo de todo esto y que fue sólo una explosión de la cual no quedan ni cenizas?
• Es parte de un proceso. Lo veo en forma positiva, hay una cosa concreta y que pienso que es irreversible –al menos por un tiempo-: la experiencia neo liberal ha demostrado su carácter nefasto de una manera tan abrumadora que en este momento se hace casi imposible replantearla. Ahora bien, me temo que también se esté perdiendo una oportunidad única que provocó ese naufragio, a causa de la falta de emprendimientos de carácter drástico, renovador, radicalmente distinto de lo que pasó en las últimas décadas. De cualquier manera, hay un discurso diferente y hay líneas de política diferentes de las anteriores, aunque no tienen la profundidad ni la radicalización que uno anhelaría para que tuviesen éxito. De hecho, en Latinoamérica no se da en ninguna parte, salvo Venezuela.

LACOLLA, EL ÚLTIMO REVOLUCIONARIO
• En la parte final de su último libro, llama la atención que usted, en contraposición a la intelectualidad actual –postmoderna, por llamarla de algún modo- hable directamente de ‘revolución’. Usted menciona en un párrafo que “la revolución está pendiente y es más necesaria que nunca”.
• No queda bien.
• Exacto, ese es el aire que corre por los pasillos intelectuales. ¿Y usted, si sabe que ‘no queda bien’, porqué lo hace?
• Precisamente, porque lo considero mi deber. En consecuencia, lo que se debe hacer es reconectarse con el pasado para que de alguna manera reconstruir los puentes y seguir adelante.
• ¿No tiene miedo que le digan que es un anacrónico o un ‘setentista’?
• Anacrónico sí, setenstista no. Nunca me identifique con el foquismo ni con las tendencias de esos años.
• Y hoy, en el mundo intelectual ¿encuentra identificación al permitirse hablar de revolución?
• Hay algunos compañeros de línea política con los que venimos desde hace muchos años elaborando estas ideas. Pero después, es difícil.
• Y cuando usted menciona el concepto revolución, ¿a qué metodología ‘revolucionaria’se refiere? Lo pregunto porque ésta se relaciona generalmente con la violencia y hoy no hay mucho consenso sobre el tema.
• Yo me conectaría con la metodología y la tradición revolucionaria a la cual aludía Lenin, en el sentido de que la historia está ahí donde están los millones. Y me refiero a los millones de personas, no de dólares.

CHÁVEZ Y LA AMÉRICA LATINA
• ¿Qué diagnóstico y qué pronóstico puede hacerse de Chávez y América Latina?
• A Chávez lo acompañan todas mis simpatías. Me temo que le faltan cuadros. Pero de todas maneras es lo más notable, lo más avanzado, lo más enfervorizado y generoso que se tiene en América Latina. Yo no me animo a hacer pronósticos, trato de combatir mi natural escepticismo con aquello que decía Gramsci sobre el pesimismo de la conciencia y el optimismo de la voluntad. América Latina tiene condiciones para dar un salto adelante y para configurar una presencia en el mundo. Pero en general, sus clases dirigentes siguen siendo sumamente débiles y aún no han terminado de superar una historia que proviene de la época de la Independencia y está signada por la dependencia cultural y por la fragmentación política y económica. Pero de todas maneras, esa realidad, ese sustrato real que hace a las características culturales y económicas de la región, han sido perseguidas con mucha frecuencia y se manifiestan y se mantienen a nivel de conciencia difusa en la inmensa mayoría de los latinoamericanos. Y eso no es nada despreciable, de alguna manera puede ir abriendo paso. Y lo más pujante y consciente es Chávez. La conciencia no es ajena a otros políticos latinoamericanos, pero que no tienen coraje como para abordar una política como la de Chávez
• ¿Chávez es más coraje que Lula, Lagos, Tabaré Vásquez o Kirchner? ¿Dónde se basa la diferencia?
• Hay un factor personal que es muy importante. También pienso que hay características sociales, en Chávez se dan una conjunción de factores que es muy especial: una convivencia de un pensamiento nacional latinoamericano de corte populista relacionado con las fuerzas armadas, que no es una conjunción fácil.
• El paralelismo más fácil que se hace con Chávez es que es el nuevo Fidel Castro.
• Yo lo veo más cerca de Perón, por diferentes factores.
• Bien, siendo uno u otro, ¿qué debería evitar Chávez para no correr con igual destino?, me refiera a la soledad de Cuba y a la explosión del peronismo
• Buena parte de los errores que cometió Perón los está evitando. Tiene un discurso de corte muy claro. No ha influido en sus enemigos de acuerdo a prácticas como las de Perón -que eran más históricas que afectivas o más agraviantes que destructoras-. Ha dejado el pleno goce de la libertad de prensa. Y ha podido desafiar a la expresión imperialista y a la oligarquía interna. Sería positivo no depender tanto de Fidel Castro. El hecho de que se haya declarado socialista -que a mí me parece correcto- puede resultar muy ruidoso, muy provocativo. Pero sí cae no va caer por eso, va a caer porque le dan un golpe o lo matan. Es un desafío al imperialismo. Con él no es fácil.
• ¿Y qué diferencia a Chávez de Tabaré Vasquez, Lagos y Lula? Hay un colega suyo que hostiga permanentemente a Chávez y que expone como ejemplos a Lagos y Tabaré Vasquez.
• ¿Fantini?
• Sí, y los pone como ejemplos de lo que debe ser la nueva centro izquierda.
• Lo que pasa es que Chávez es… un revolucionario. Tabaré Vásquez y Lagos son dos políticos socialdemócratas que no van a hacer más de lo convenido. Son parte del arco político convencional. De hecho, Lagos está funcionando de acuerdo al esquema imperial, Chile juega a dos puntas, no se define con respecto al MERCOSUR. Chávez es una cosa bien distinta.
• Y más allá de estos matices, ¿se puede suponer una América mancomunada o las diferencias lo harán imposible?
• Creo que hay una conciencia bastante aguda de que la interdependencia latinoamericana es parte del cambio, no sólo en los pueblos, sino en buena parte de la dirigencia política de la izquierda progresista. Eso hace suponer que no actuarán en forma militante contra Chávez como para participar en una cruzada contra él. Pero que coincidan en un movimiento continental y unitario, creo que es pedir demasiado en este momento. Lo que cabe esperar son aproximaciones parciales, globales. Argentina en ese sentido tiene una muy buena relación con Venezuela.
• Y Kirchner ¿qué viene a ser?
• (Piensa y con un atisbo de sonrisa dice) El menos malo de todos. Es la única opción, creo que es el menos malo de todos. ¿A quién vas a votar hoy? ¿López Murphy, la Carrió? No. No hay alternativa. Creo que su gestión, en algunos aspectos, es positiva, aunque le faltan enormes pasos. Uno tiene esperanzas que, poco a poco, las vaya llevado adelante. No se puede tirar por la ventana lo hecho hasta aquí. Cabe reclamarle en políticas positivas, en desarrollo, una racionalización de lo que está pasando en el campo, un plan de lanzamiento industrial que es indispensable y que a su vez provocaría que generaciones enteras no convivan con la miseria o no sobrevivan en el borde de la indigencia.
• ¿Y cómo se puede leer su alianza con De la Sota y otros gobernadores como el caso de Mazza, cuando estos no son, evidentemente, lo ‘menos malo’?
• La política tiene exigencias que son inevitables. Desde la transversalidad no hay fuerzas que le puedan suministrar a Kirchner la base social que requiere. Esa base la tiene sólo el peronismo, las clases populares.

LO QUE VIENE
• En su último libro habla del protagonista social del cambio. ¿Cómo se lo podría caracterizar?
• Una clase intermedia, vinculada a la tecnología y provista de convicciones de alguna manera solidarias y que superen el egoísmo de la civilización mercantilista; y que a partir de esto pueda influir de algún modo en la sociedad y generar algún tipo de cambio. ¿Qué tipo de cambio? No sé. Creo que hay que remitirse a los predecesores del pensamiento socialista para establecer un nexo con el pasado, pero lo que tiene que surgir ahora va obligadamente hacia algo distinto de lo que tenemos.
• Hegel hablaba del Espíritu Universal, Marx de los trabajadores. Hoy ese gran Sujeto está desdibujado, lo que no permite que haya un gran Relato.
• Desaparece el gran Relato porque no hay Sujeto. Y se trata de construir. Primero el gran relato. Y que de la conciencia del Relato aparezca el Sujeto. Y se construye teniendo conciencia de los factores que nos rodean, que nos influyen y que nos deforman, los cuales tenemos que receptar y resistir

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PARA DÓNDE IR
“Hay pueblos que están creciendo, pero no sé si a nivel de conciencia tan efectivo. Están surgiendo países que están provistos de una tradición –caso China, la India y la misma Rusia- que de alguna manera se pueden convertir en el contrapeso de la potencia hegemónica. Pero eso no implica que estemos presenciando la formulación de un nuevo modelo de sociedad, porque en definitiva los vectores de los últimos siglos que sirvieron como elementos de cambio -la pequeña burguesía iluminada y el proletariado- están en crisis, se han difuminado. No tienen conciencia o están atravesados por un torbellino de cambio que no da pautas firmes para guiarse”.

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