viernes, 1 de junio de 2007

VICTORIA DONDA, NIETA RECUPERADA Y FUNCIONARIA K

Cantar Victoria

Victoria Donda es una hija más de las robadas durante la última dictadura. Y es, también, una vida recuperada gracias a los organismos de Derechos Humanos.
Su militancia temprana, ser la sobrina de quien asesinó a sus padres y su actividad como concejal y funcionaria K.
La hija que siguió el camino de sus padres sin haber quiénes eran


Apenas falta un día para el aniversario tan mentado del 24. Es viernes y la ciudad llueve desde hace días. Victoria Donda, nieta recuperada, Concejal en Avellaneda por el Frente para la Victoria y funcionaria en la Dirección Nacional de Juventud de la Nación, camina por las calles de Córdoba
Morocha aporteñada, la tonada cordobesa le asoma por segundos. Vacaciones en las sierras, compañeros cordobeses de la militancia, algo más debe haber para que la mujer criada cerca del puerto alargue ciertas vocales.
Pero sus arrastres al hablar no son nada en esta vida que se conoce a sí misma hace apenas unos años. Vida cuyas particularidades y dolores la emparentan a otras, pero que la diferencian del resto: “No sé si siento que es más particular que el resto, siento que... lo que pasa que es difícil porque es lo que me pasó a mi –dice Victoria y apenas esboza leves risas, casi nerviosas- es complicada...”.

Victoria Donda nació en la ESMA en 1979. “Mi mamá, cuando me tuvo, pidió, cuando la llevaron a la sala de las embarazadas –dice y se arrepiente de decir ‘sala’-... hay cosas que todavía que no tengo muy procesadas... Cuando la llevaron a parirme, pidió que la acompañe una de las compañeras. Y la acompañó Lidia Viera, que es una sobreviviente”.
Gracias a Lidia, Victoria pudo saber un poco más quién era cuando apenas llegó. “Lo que me contó Lidia es que cuando mi mamá me tuvo, habían dejado una aguja y un hilo azul de coser para coserla por si yo la desgarraba. Y mi mamá le pidió que me pasé el hilo por las orejas, para poder distinguirme cuando me llevaran a la casa cuna”. Así fue que Victoria llevó durante 15 días, los 15 días únicos en su vida en los cuales estuvo junto a su madre, unos hilos azules que la distinguían. Que por ese momento, la hacían ser quien debía ser.
15 días pasaron juntas madre e hija. Sólo 15 días.

Y quien entró en escena fue, se supone, su tío: Adolfo Donda, hermano de su padre también desaparecido. “Adolfo Donda era capitán de navío y jefe de uno de los grupos de tarea de la ESMA. Ella lo había visto y le había pedido que me llevara con mi abuela, pero no estaba segura que él iba a hacer eso. Y para que mi abuela me pudiera distinguir, me pasó los hilos. Después, hablando con mi abuela, ella me contó que mi mamá siempre decía que apenas naciera me iba a poner aritos. Me puso esos aritos y me puso Victoria” dice quien desde hace pocos años volvió a ser llamada de la manera en que nació. Pero la charla vuelve nuevamente a su tío, al hermano de su padre, a la sangre de su sangre.
Victoria, tras sus 15 días en la ESMA, fue dada en adopción a quienes durante más de 20 años fueron sus padres, hoy apropiadores., “pero de ellos no hablo”, adelanta.
Y explica: “Tengo una buena relación, a pesar que sé que son mis apropiadores, prefiero no hablar. No es una historia que tenga procesada. Mi padre sabía todo, mi madre no” dice y arregla, corrige sus palabras: “Mi apropiador sí, mi madre de crianza no”.

Es inevitable volver a ese sujeto de nombre Adolfo, que lleva su apellido, que lleva parte de su misma historia, que purga cárcel por asesino. “El no quiere ser mi tío. Lo fui a ver y dijo que no le constaba que yo fuera su sobrina porque su hermano no me reconoció”.
Victoria tuvo intensiones de conocerlo mientras estaban en plena filmación del documental ‘Familia de Sangre’, que buscará rearmar la historia de sus padres, de su propia historia. Pero el sujeto de su mismo apellido se negó.
Como no se negó a discusiones eternas con su hermano, el padre de Victoria, montonero, su propia víctima: “A partir del documental me enteré algunas cosas. Pero es bastante complicado, es lo que enfrenta la sociedad de este país. Fuero dos proyectos de país diferentes. Adolfo Donda y mi viejo, más allá de todo, eran hermanos; mi tío fue el testigo del casamiento de mis padres. Más allá de las diferencias políticas -las discusiones eran muy fuertes en la casa de mi abuela, discutían mucho- ellos se comportaban como vos te podés llevar con tu hermano. Pero bueno, la respuesta la dio él. Él se llevó una compañera que estaba en la ESMA de viaje a México. Y por lo que cuenta esta mujer, una noche charlando mi tío le dijo: ‘Esto es una guerra. Y con los enemigos no hay que tener piedad, no la tuve ni con mi hermano ni con mi cuñada ni con la hija de ellos’. Eso era lo que él pensaba. La perversidad de lo que pasó y la perversidad de mantener ese discurso aún en democracia, lo decían los militares, después el alfonsinismo y luego el menemisno”.

“Yo creo que ellos no sabían lo que era lo que hacía Adolfo –dice Victoria en relación al conocimiento que tenían sus abuelos de este hijo torturador-. Mi abuela Cuqui, que se murió a mediados de los 80’, la cuidaba a mi hermana Eva Daniela cuando mi abuela Leontina, que era la mamá de mi mamá, iba a las reuniones de Abuelas. Ella no podía participar porque Adolfo no la dejaba, pero de alguna forma colaboraba en la búsqueda de su hijo. Y de mi abuelo Telmo me enteré recientemente que lo buscó incansablemente. En el expediente sobre desaparición forzada de mi padre hay por lo menos 50 pedidos de amparo de hábeas corpus para mi papá presentado por mi abuelo. No sé qué era lo que se vivía adentro de esa casa, pero sí sé que mis abuelos no fueron lo mismo que Adolfo”.

Y continúa: “No estoy muy segura que mis abuelos supieron el rol de mi tío, supongo que no. Mi abuelo lo debía sospechar porque le dijo a una compañera de trabajo, cuando le preguntaron cuántos hijos tenía, que había tenido dos: que uno se había muerto porque era montonero y el otro porque era asesino. Por eso supongo que mi abuelo debe haber sospechado algo”.

LA VIDA PARALELA DE VICTORIA
Hay un pasado que Victoria rastrea, de cual encuentra huellas, marcas que le dicen por acá sí, por allá no. Pero también hay una historia ficticia que fue real durante más de dos décadas. Ella fue una hija más de un matrimonio argentino. Sin saber quién era, ella era hija de una madre sin mayores convicciones políticas y de un padre, hoy sujeto apropiador, que pensaba “todo lo contrario de lo mío” dice.
Y pensaban distinto desde el antes, antes de que Victoria empezara a ser Victoria. Desde los 17 años, la hija comenzó a militar en un espacio contrapuesto al mandato paternal, paternalismo ficticio, pero el único que conocía.

“Es cierto que el hogar en donde uno se cría algunas marcas va dejando y por eso creo que la vida está llena de grises. Hay valores que durante mi crianza me han transmitido. Y uno de esos valores es poder tener la valentía de hacer lo que uno siente que tiene que hacer” explica.
Y en la adolescencia, en el colegio de monjas, sentía que las normas estaban de más, “me portaba bastante mal para lo que las monjas decían que era portarse bien. Y me mandaban a confesarme, todos los días a confesarme. Y el cura, el padre Luis, estaba harto de confesarme y me empezó a hablar de historia. Y un día me regaló un libro del Che para el cumple de los 17; y me hice –baja la voz, se lo dice a ella misma, reafirmando su interior- guevarista”.

_Y cuando llegaste a tu casa con el libro del Che Guevara, ¿tu apropiador qué dijo?
_Que lo forre... Y lo forré –risas-. Cuando le dije que militaba en Patria Libre, él pensó que era Quebracho... me pidió que no lo hiciera, que tuviera cuidado. Y cuando no me pudo hacer desistir, me dijo que lo había decepcionado. Y durante un tiempo no me habló. Pero después tuvimos una relación ‘normal’.

Con el grupo militante, esta mujer ahora llamada Victoria y antes dueña de otro nombre y otra historia, se unió a una aventura ‘setentista’. Junto a un grupo de compañeros ocuparon una sucursal abandonada del que fuera el Banco Mayo, armaron ahí el hogar comunitario y formaron un centro cultural al que llamaron, casi como un designio, Azucena Villaflor, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo. Y así su vida cambió de un colegio de monjas a ocupa. Así cambió su vida, sin saber que era poco lo que había cambiado en vistas de lo que cambiaría en breve.
Y en breve fue porque al mismo centro cultural llegaron los chicos de ‘Hermanos’, una comisión de HIJOS, en plan de ‘espionaje’. Con la excusa inocente de querer hacerle una nota sobre su trabajo social, abordaron a Victoria y la fueron conociendo, descubriendo. Quitándole el velo a su vida. Algo intuían.
A fines de 2003, los mismos ‘espías’ se acercaron a un compañero de Victoria y le mostraron las pruebas que habían acumulado durante esos dos años de investigación. “Todo eso indicaba que había posibilidades de que yo fuera hija de desaparecidos”.

_¿Y vos qué hiciste?
_Lloré.

_¿Y qué significó el llanto?
_Viste cuando sos chiquito y te dicen que existen los Reyes Magos y un día te das cuenta así de la nada que no existen... Yo nunca dudé pero bueno, me mostraron mi partida de nacimiento que decía que yo había nacido en un terreno baldío y que el médico que la firmó está procesado porque trabajaba en la ESMA. Me puse a llorar. Me di cuenta que sí...

Después vinieron el ADN y todo el proceso que significa redescubrir quién se es, lo que llevó mucho tiempo “porque primero tuve que tomar la decisión de hacerme el ADN. No me negué, pero fue difícil. Decidirme fue una las decisiones más traumáticas de mi vida”.
Y explica el por qué: “El problema es que cuando tenés que hacer el ADN tenés que decidir mandar a la cárcel a gente que amás” dice, con dejos de tristeza inocultable. Y arremete: ¿Vos tenés hijos?”. “Uno -me animo a decir- por ahora uno”.
Y vuelve a interpelarme, dando vuelta los papeles del entrevistado y el entrevistador: “Si te dicen que tu hijo es un asesino y lo tenés que mandar a la cárcel... qué vas a hacer. Y vos lo tenés que mandar, no van a venir otros, vos sos quien lo manda. Es lo mismo. Yo me sentí así, miendo, culpa, siento culpa; no debería tenerla, ya bastante tuve. Está bien, sí, los derechos personalísimos de las personas que pueden decidir sobre su cuerpo. Pero hay un Estado que tiene que decidir qué bien jurídico protege: si protege una sociedad de un crimen que hoy se sigue cometiendo o respeta los derechos de un individuo. Yo tengo derecho a andar a 200 por la calle, ¿pero la sociedad va a respetar mi derecho? ¿O va a poner alguna regla para respetar los derechos del colectivo? Acá hay un pueblo que necesita saber quiénes somos”.

LA NUEVA VICTORIA
_¿Qué cambió desde entonces?
_Me llamo de otra forma. Apenas me dieron los resultados del ADN, me dijeron que mi mamá me había puesto Victoria. Ahí nomás llamé a un amigo y le dije: Hola, soy Victoria. Me acostumbré rápido. A los 10 años había encontrado en la calle una gatita a la que le puse Victoria. Y cuando era más chica jugaba a que era princesa y me hacía llamar Victoria... por ahí es alguna de las cosas que quedan.

_¿Y qué cambió desde tu posición y acción política saber de tu origen?
_Asumo la militancia desde otro lugar, antes lo hacía en contradicción con lo que me habían enseñado toda la vida. Y ahora siento la responsabilidad de hacerlo como continuidad de lo que hicieron mis viejos. No es lo mismo.

_¿Hay un ‘peso de la historia’?
_Me parece muy grande representar lo que ellos hicieron, a veces lo siento, pero puede llegar a ser un poco soberbio. Hoy tengo que demostrar todos los días lo que soy capaz de hacer por mi pueblo. Ellos ya lo hicieron. Lo que sí necesito es que, estén donde estén, estén orgullosos de lo que hago.


RECUADRO
EVA Y VICTORIA
“La condición de ser humano” dice Victoria cuando se le consulta si fue por una cuestión genética su militancia antes de conocer su pasado. “Lo siento así. Lo que uno lleva adentro es la condición de ser humano y cuando sos lo suficientemente sensible podés tener ganas de defender a alguien. Es la condición de ser persona. Y creo que hay gente que elige otros caminos. Tiene que ver con las elecciones que uno toma en su vida”.

Y la justificación de esta hipótesis la tiene a la mano, tan cercana. Su hermana de sangre, salida del mismo vientre, dos años más grande, Eva Daniela, fue criada hasta el año 86’ por la abuela Leontina. Pero cuando Adolfo, el tío represor, salió de la cárcel por la Ley de Obediencia Debida, le hizo un juicio a la abuela por la tenencia de Eva y se lo ganó.
Hoy Daniela no la quiere conocer y además, dice Victoria, “defiende el proyecto de país que defendió nuestro tío. ¿Y qué, ella se quedó con los genes malos y yo con los genes buenos? Cada uno en la vida toma elecciones”.

Después cuenta que sólo una vez habló con ella, que ella misma, su hermana, le dijo que no la quería conocer y que no le iba a mostrar ninguna foto de sus padres “porque no quería que aparecieran en ningún libro de Derechos Humanos”.
Sólo aquí Victoria se quiebra, cuando el diálogo transita por el presente y toca directamente a su hermana, a quien sólo conoció por fotos.
Dice que son parecidas, pero que ella es rubia, “soy como un negativo de ella”, dice, ahora sonriente.

Eva, según Victoria, conoció siempre la historia. Pero cree que sus padres fueron delincuentes. “Ella me dijo que cómo iba a estar segura de lo que había hecho Adolfo si yo no había estado allí. Y lo peor es que estuve, quizás no recuerde todo, pero estuve. Hay psicólogos que dicen que lo que uno vive los primero minutos de vida lo recordás... Pero espero no tener nada de eso, bah, no sé” duda y recuerda al instante: “Estuve 15 días con mi mamá...”.


RECUADRO
GANAR ESPACIOS
Victoria no es sólo la Nieta Recuperada 78, sino que también es una militante tiempo completo. A su tarea en la Nación, le suma su papel como Concejal en el Municipio de Avellaneda por el Frente para la Victoria desde 2005. “El conurbano es complicado; soy mujer, soy joven. Votan y hacen lo que quieran. Lo único que me aprueban es el ‘recordamos a los compañeros...’, pero hay cosas concretas para hacer, lo simbólico está bien, pero se puede ir por más”.
Y asegura que van por más: “La banca en el Concejo es una herramienta. Sirve. Es importante que el pueblo tenga representantes ahí adentro. Para mí era mucho más fácil cuando estaba afuera e iba a tirar huevos que estar ahí y que ni siquiera entiendan lo que uno les dice. Era mucho más fácil. Pero hay que tener vocación de poder, hay que ir a ocupar los lugares, con ideas y con ganas”.

RECUADRO
“EL ADN TIENE QUE SER COMPULSIVO”
“No es sencillo hacerse el ADN, esa es otra discusión que hay que dar. Que el ADN hoy sea de una decisión de nosotros, que fuimos víctimas de ese delito es como preguntarle a una mujer que la están violando todos los días ¿querés que intervenga? ¿querés que te cuide? Es lo mismo. El Estado tiene que intervenir y sancionar una Ley que diga que el ADN tiene que ser compulsivo”.


VICTORIA Y SU DECISIÓN
“Yo no creo que estas inclinaciones se lleven en la sangre, no creo que sea genético. A mi me parece que hay otras cosas que son genéticas, que tu mamá vaya al barrio con unos tacos de 10 centímetros y que yo no me saque los tacos ni para dormir, sentarme con las piernas cruzadas, eso puede que sea genético. Pero creo que militar no porque estoy convencida que las ganas de transformar la realidad es algo que el pueblo lleva, y que vos como parte del pueblo sentís y lo podés desarrollar o no, pero sentís. Porque sino seríamos muy poquitos, y yo quiero convencer al resto de la gente que se tiene que sumar, no a mi movimiento, sino a estas ganas. Si creyera que se lleva en la sangre, seríamos pocos. Es una elección, y las elecciones dependen de uno”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola No entiendo bien porque dice nacio en 1979. No nacio 1977. sus padres desaparecieron en 77??